… Y otra anécdota de Tristan Bernard
En muchas ocasiones reunía a sus nietos y les contaba historias africanas:
– «Iba yo un día por las selvas del Congo, sin armas ni nada, y de repente oí el rugido de un león. Rápidamente di media vuelta y comencé a correr en dirección al poblado. Pero en una revuelta del camino me encontré de bruces con un salvaje lujurioso y lascivo que quería abusar de mí.
-¿Y entonces qué hiciste, abuelo?
Tristan Bernard se acariciaba filosóficamente las barbas y respondía:
-¡Eso no se pregunta, hijos míos!… ¿No estáis contentos de que vuestro abuelo esté aquí sano y salvo?