Rescatando a The Long Ryders
En la década de 1980 muchos discos de importación norteamericanos que entraban en Europa procedentes de compañías independientes apenas llegaban a emisoras de radio generalistas, mucho menos a la televisión.
Existían entonces corrientes más reconocibles para el gran público, simples y digeribles, comenzando por el tecno en sus cien variantes y continuando con las bandas de rock asiduas al videoclip, cuyos miembros lucían una melena rubia de peluquería deslumbrante.
Afortunadamente también hubo otros años 80, con ángulos sonoros distintos a cargo de bandas que desarrollaban su talento en un discreto segundo plano sin alcanzar nunca a la gran audiencia. Aquella oleada de innegable calidad musical bautizada como Paisley Underground o Nuevo Rock Americano (NRA), sería una sombra fugaz que sin embargo dejó una huella profunda y múltiples influencias.
Así era y es el signo del negocio musical, pero ello no impidió que un buen puñado de jóvenes músicos norteamericanos considerasen que aquel asunto de postmodernidad no iba con ellos y prefiriesen reivindicar las raíces del rock de toda la vida, el de las guitarras eléctricas, haciendo guiños en otras muchas direcciones. Tenían por referencia el gran rock sureño de los 70 de Lynyrd Skynyrd, Allman Brothers o Buffalo Springfield.
Una de las bandas que se puso al frente fueron The Long Ryders, con un estilo ecléctico que abrazaba el sonido de guitarra de The Byrds, el garaje-rock de los 60, trazos de psicodelia y que también evocaba el punk y al mismo tiempo el country, de hecho anticiparon el country alternativo de una década más tarde.
Fue una reacción natural por rescatar algo de lo mucho bueno que ya existía y que iba languideciendo. Así lo propusieron ellos y también así lo hicieron bandas como Green on Reed, Rain Parade o Dream Syndicate, actualmente todos ellos grupos de culto muy valorados aunque su paso fuera entonces un destello en la atmósfera viciada por los negocios de la MTV, los sintetizadores machacones, el heavy metal lacado y nuevos románticos de imposibles flequillos.
The Long Ryders lo formaron en Los Angeles varios músicos multinstrumentistas en 1981, si bien el vocalista y guitarrista Sid Griffin procedía de Kentucky, el bajista Barry Shank de Kansas y Stephen McCarthy (guitarra y voces) de Virginia. Además estaba Des Brewer al bajo (reemplazado después por Tom Stevens) y Greg Sowders en la batería.
En 1983 se publicó 10-5-60, un EP fuertemente influenciado por la música de los 60 y el country rock que fue bien recibido por los críticos y que llevó a la banda a recorrer los Estados Unidos.
Un año después The Long Ryders graban su primer larga duración Native Sons, con la colaboración vocal de Gene Clark, componente de los Byrds, un trabajo en donde se conjugaban los principios básicos que decíamos: actitud punk, rock de la vieja escuela y ecos fronterizos transversales.
Lanzado en octubre de 1984, Native Sons llegó al número 4 en las radios universitarias y listas indies de los Estados Unidos y recibió críticas muy positivas. También en Reino Unido, donde el álbum fue número 1 en la UK Indie Chart. Melody Maker lo recibió como «un clásico americano moderno».
Después de recorrer Estados Unidos durante gran parte de 1984 los Long Ryders se embarcaron en su primera gira internacional por Europa en 1985, con una gran acogida en Reino Unido. A la vuelta publican State of Our Union, nuevamente un álbum muy pinchado en emisoras universitarias y alternativas. Su tema Looking for Lewis and Clark alcanzó el número 59 en el UK Singles Chart pero nunca fue lanzado comercialmente en Estados Unidos. La banda pronto fue más popular en Europa que en su propio país.
A la altura de 1986 la banda seguía sin entrar en el ámbito de las estaciones de radio comerciales y tampoco sus giras les proporcionaban suficientes ingresos. No obstante continuaron actuando y concretamente en España ante 100.000 personas con ocasión de las fiestas de la Mercè en Barcelona, lo que impulsó las ventas de State of Our Union en nuestro país.
The Long Ryders editaron su segundo álbum Two-Fisted Tales en 1987, con apariciones especiales de David Hidalgo de Los Lobos y Debbi y Vicki Peterson de The Bangles. Se alejaron entonces de sus orígenes country rock en dirección a un rock universitario pero aún arraigados en la base de la música tradicional americana.
Sin embargo el lanzamiento se retrasó durante dos meses debido al poco interés mostrado por el sello. Cuando finalmente lo hizo, no alcanzó ningún éxito comercial pese a contar con temas como Gunslinger Man o Man Of Misery, lo que junto a un calendario de giras implacable, comenzó a pasar factura a la banda. Stevens abandonó entonces. Muchos años después explicaría que tras la gira de 1987 por Europa «estábamos en quiebra y me encontré teniendo que encontrar otra fuente de ingresos para que mi creciente familia pudiera comer y tener un techo sobre sus cabezas.»
Poco después, McCarthy anunció a la banda que se iría también al final de la gira por Estados Unidos. Habían llegado a un callejón sin salida y aunque la discográfica ofreció a Griffin y Sowders la oportunidad de grabar un tercer álbum, decidieron no continuar y se separaron oficialmente a finales de 1987.
Afortunadamente conservamos un buen puñado de temas excelentes que desprenden actitud, frescura y ritmo. Tomad por favor nota de los siguientes siete:
- Lights in Downtown
- Gunslinger Man
- Looking for Lewis & Clark
- Man of Misery
- (Sweet) Mental Revenge
- 10-5-60
- Run Dusty Run
En 2004, muchos años después de su separación, la banda se reunió para una serie de conciertos europeos y volvieron a grabar. The Long Ryders no son aún una cosa del pasado.