Somos unos rumiantes
El mundo sigue su adormecido curso. Ahora toca trasladar que Grecia se atasca en su rescate, con la garantía de que al final la Europa providencia no permitirá el default. Lo importante es mostrar eso, que la cosa se pone fea, pero alguien lo solucionará. Es un cachivache muy efectivo para amansar a las fieras…
Fue descubierto por los que asistieron a las meriendas aquéllas del G-20. Primero trasladaron que nos encontrábamos ante la peor de las crisis conocidas, que había sido algo imprevisto y que por lo tanto se ponían urgentemente a buscar soluciones. Inventaron la deuda infinita y santas pascuas. El efecto fue demoledor. Medio planeta cree que estamos saliendo del agujero. Funciona muy bien acobardar las ovejas primero y dejarlas pastar después. Somos un atajo de rumiantes.
Ahora el mecanismo es algo menos sofisticado pero igual de efectivo. Grecia debe una miseria. Con tres planes E de Zapatero se ataja la deuda que les vence este año. Con una quinta parte del FROB el tema queda solucionado. ¿Por qué tanto revuelo? La respuesta es fácil. Primero te muestro lo funesto del asunto y luego te decoro la solución. El autor será un Estado o un conjunto de Estados europeos que buscan someter cada vez más la capacidad crítica de sus habitantes con mecanismos técnicos absolutamente ridículos en muchos casos. Los europeos somos usuarios de Europa, no ciudadanos, lo demuestra que la información se digiere al gusto del que la sirve para que todo ello no suscite más sobresalto del exactamente necesario entre la gente de bien.
Veamos el sistema empleado. Ahora el tema es poner en duda la capacidad de rescatar a Grecia. Para ello se procura que las permutas de impago de crédito vinculadas con la deuda soberana de Grecia alcancen tal valor que, incluso, han sobrepasado ya a las que están vinculadas a las de Islandia. Lo siguiente es mostrar a Grecia como si de Argentina se tratara. Debe aparentar que los griegos se enfrentan a un reto similar, guardando las diferencias justas, al de los argentinos cuando fueron incapaces de pagar en 2001 los casi 100.000 millones de dólares que debía.
El modelo de intoxicación es sencillo. Mostramos una orgía mediterránea en forma de dispendio helvético. Hablamos de algo evidente, que el impago es inevitable, pero no dejamos claro quien va a cubrir el montante. ¿Alemania, Francia, el FMI, España, Portugal, Bélgica, Italia? ¿Todos? La verdad es que para lo que es, cualquiera podría por si sólo. Bueno, todos ya no”¦
Ahora bien, las medidas de austeridad que Grecia debe imponer para reducir el mayor déficit presupuestario de la Unión Europea conducirán al país a una recesión contundente. Eso si es real. El mecanismo de ajuste y expiación de los pecados se evidenciarán dramáticamente por allí. Otros verán sus barbas mojar y a finales de este año iniciarán el discurso victimista del que exige a la población enormes sacrificios. Para pedir esfuerzo extra a los ciudadanos hay que preparar el escenario como han hecho los griegos ayudados por los europeos.
¿Cómo lo preparan? Lo imprescindible es la paz social y la anestesia colectiva bien administrada. Se procura que la sociedad viva cómoda y eso la hace delicada. Esa comodidad la debilita irremediablemente y cuando pasa lo que pasa, cuando entramos en los 5 millones de parados o cuando la evidente ineptitud de nuestros dirigentes es de tal calado que insulta, nadie dice nada, o casi nadie. Los griegos van a comerse un marrón de tamaño bárbaro y tras ellos, otros vendrán, pero el tejido es absorbente y seguro que no calará. Vivimos en una sociedad que no sólo ha perdido el dinero, que aunque grave no es definitivo, vivimos en un escenario de derrotados que han perdido la dignidad y la libertad, nos arrastramos por el territorio de los desinformados. Que gusto da no saber.
Por suerte hay quienes no piensan tragar. Por desgracia para algunos, en el peor de los teatros siempre surgen brillantes voces. No podemos esperar demasiado de quienes determinan que se debe hacer con nuestro dinero, no es preciso aguardar a que este cúmulo de mercenarios desideologizados nos ayuden a nada, pero detrás de ellos hay vida. Sus batallas responden a eludir la justicia o a la redacción de leyes insostenibles, por ello no hay mucho a lo que agarrarse, lo existente está entre nosotros. No esperemos que nadie disponga lo que debemos hacer el resto. Pero no caigamos en la trampa. Hagámoslo con orden: primero denunciar a los inservibles, segundo informarse adecuadamente de lo que está pasando, tercero pedir responsabilidades y cuarto actuar en consecuencia analizando a los posibles sustitutos.
Pretenden hacernos creer que la crisis es financiera, económica y política. Eso es cierto, obviamente, pero también es social. Lo es en el punto de vista que cada país o colectivo saldrá de ella en la medida que sea capaz de ejercer su propia libertad y pueda emprender sus propios caminos. No hablo de campañas manipuladoras para trasladar el problema a la gente, hablo de que nos dejen hacer, que permitan que de un modo consciente e informado podamos juzgar lo que está pasando para poder tejer nuestro propio destino.
Ahora toca preparar una sociedad inducida a soportar el descenso de categoría. Pasamos de clase media a microburguesía low cost con analgésicos que mitiguen el dolor. í‰se es el riesgo de esta crisis: que no nos enteremos que la gran oportunidad para mejorar el mundo, la tuvimos justo en frente de nuestras narices y hubo gente interesada en no cambiar nada.
Marc Vidal: Una Europa drogodependiente