Serendipity
22:00 h. Cita solemne con la rutina frente al televisor. Es final de otra jornada, momento de zapping compulsivo a la caza de algo digno que llevarse a los ojos, las piernas sobre el sofá y un dedo tal vez hurgando la nariz. Tarea absurda por imposible (lo de que un zapping acabe bien).
No necesito complicaciones, sólo estoy interesado en disfrutar de una historia convincente y poco más.
Durante la maniobra navegando entre la información de canales he interceptado al vuelo una palabra vistosa, juguetona, que da título a una película a punto de comenzar: Serendipity.
Y entonces pienso que con un título así he de verla. Pero la sinopsis revela una comedia romántica, género preferido de las que llevan falda y que suele provocar un rechazo automático entre varones. Creo que no será buena idea dejarla puesta. Sin embargo vuelvo a leer el título y ya estoy atrapado…
El término castellano equivalente a serendipity es serendipia, pero ¿qué es? ¿De dónde procede un vocablo tan singular? Veamos:
Es decir, sería lograr un descubrimiento afortunado por accidente, algo que ocurrirá de manera fortuita
Podríamos pensar en una vieja palabra nuestra bastante similar, un término conciso y sonoro: chiripa. Sin embargo, no siempre la empleamos para expresar una casualidad favorable, ya que al igual que decimos: «Conseguí aprobar de chiripa», podemos también decir: «No tuvimos un accidente de chiripa».
Ahora vayamos un poco atrás en el tiempo.
Había una vez un reino exótico oriental llamado Serendip cuya memoria se pierde entre los vapores de la leyenda. Dicen que existió en una isla que muchísimos años después se llamó Ceilán y hoy conocemos como Sri Lanka.
En el reino de Serendip se narraban maravillosas historias, como la que trata de tres príncipes que además del privilegio de la noble ascendencia gozaban del don del descubrimiento fortuito.
Cuentan que estos tres personajes encontraban, sin buscarla, la respuesta a problemas que no se habían planteado y que gracias a su capacidad de observación y a su sagacidad descubrían la solución a dilemas impensados.
El relato, que formaba parte de la tradición oral persa, llegó siglos después a Inglaterra bajo el título de The Three Princes of Serendip. Pero fue Walpole quien en el siglo XVIII le dio vida.
Horace Walpole, (1717-1797) aristócrata inglés, escritor y político, hijo de primer ministro y primo del marino Nelson dejó para la posteridad una sustanciosa correspondencia. Pues bien, en una de sus muchas cartas, sobre 1754, acuñó el término «serendipity» a raíz de la lectura de dicho relato.
La noción de este término, serendipity, se ajusta a la perfección a numerosos casos de descubrimientos científicos que se produjeron casi por casualidad, aunque objetivamente no se habrían llegado a realizar de no ser porque detrás del ingenio existió una observación atenta a lo inesperado.
Algunos ejemplos serendípicos
«Había diseccionado y preparado una rana del modo habitual y mientras atendía otro asunto la dejé extendida en una mesa sobre la que había una máquina eléctrica, pero a una considerable distancia de la misma. Cuando una de las personas presentes tocó ligeramente por accidente los nervios de la rana con la punta de un escalpelo, todos los músculos de sus patas se contrajeron una y otra vez, como afectados por intensos calambres».
Así describía Galvani su primera observación accidental de lo que el llamaba «electricidad animal».
Los experimentos de Galvani ayudaron a establecer las bases del estudio biológico de la neurofisiología y la neurología. El cambio de paradigma en este campo fue radical: los nervios eran conductores eléctricos. La información dentro del sistema nervioso se transportaba mediante la electricidad generada directamente por el tejido orgánico.
- Niels Bohr llevaba mucho tiempo trabajando en la configuración del átomo. Tuvo un sueño en el cual vio un posible modelo de dicha configuración y al despertar lo dibujó en un papel sin darle mucha importancia. Tiempo después volvió a ese papel y se dio cuenta de que realmente había hallado la estructura del átomo.
- El Dr. Albert Hofmann descubrió accidentalmente una de las drogas alucinógenas más poderosas, el LSD (ácido lisérgico dietilamida). Según relata, en el curso de su investigación sobre los derivados del ácido lisérgico obtuvo el LSD-25. Como no era interesante desde el punto de vista farmacológico, dejó de investigar sobre él. Cinco años más tarde y debido a que, sin motivo aparente, no podía olvidarse de aquella sustancia, volvió a sintetizarla para una ulterior investigación. Cuando procedía a su cristalización se sintió afectado por una mezcla de excitación y mareo, viéndose forzado a abandonar el trabajo en el laboratorio. Presumiblemente, una mínima cantidad de LSD tocó la punta de sus dedos y fue absorbida por su piel. Ya en su casa, despierto pero en un estado de ensoñación, percibió una serie interminable de fantásticas imágenes con intensos y caleidoscópicos juegos de formas y colores que no se desvanecierons hasta pasadas unas dos horas.
- Los archiconocidos Post-it surgieron tras el olvido de un operario que no añadió un componente de un pegamento en la fábrica de 3M. Toda la partida de pegamento se apartó y guardó, pues aunque apenas tenía poder adhesivo era demasiado valioso como para tirarlo. Uno de los ingenieros de la empresa, hombre devoto, estaba harto de meter papelitos en su libro de salmos para marcar las canciones cuando iba a la iglesia. Los papelitos no hacían más que caerse. Pensó que sería ideal tener hojas con un poco de pegamento que no fuera demasiado fuerte y que resistiera ser pegado y despegado muchas veces. La vieja partida de pegamento malogrado acudió a su mente. Habían nacido las notas Post-it.
- El ingeniero e inventor estadounidense Percy Spencer trabajaba en una fábrica de radares y estaba experimentando con una pieza de estos llamada magnetrón, que convierte la electricidad en magnetismo. Un día se dio cuenta de que la chocolatina que llevaba en el bolsillo se había derretido y decidió probar con otros alimentos. Así llegó el descubrimiento del horno microondas en 1947.
- Según Umberto Eco, el mismo Descubrimiento de América podría considerarse una serendipia, pues Colón se encontró con un nuevo continente cuando en realidad buscaba una nueva ruta hacia la India.
¿Y la película?
No, no se me había olvidado aquello que sirvió de detonante para esta cháchara.
Me quedé a verla entera y resultó encantadora. Atrapa por cómo plantea posibilidades de azar y paradojas del destino con la fuerza del amor de dos personas como trasfondo. ¿Y si le hubiera dicho esto? ¿Y si hubiera hecho aquello otro? ¿Y si hubiese llegado unos minutos antes?
Prevalece flotando la eterna pregunta, ¿opera algún tipo de predestinación en nuestras vidas? Esto es algo que en el terreno del amor da mucho juego porque ¿qué extraños e invisibles hilos hay entre dos personas desconocidas, procedentes de mundos ajenos, que permitan explicar por qué se miran con intensidad a los ojos y anhelan casi sin saberlo acariciarse o estar juntas?
La predestinación sólo es una quimera más pero, en cualquier caso, maravillosa.
La combinación de ingredientes así hacen de esta película algo especial dentro de un género otras muchas veces superficial. Esa es la sal de la historia y a ella responde un guión coqueto y honesto. Bien por la peli. Ahora voy a esconderme, que estoy tontamente romanticón.
Me encanto tu relato, amo esa película y encontre este blog donde hablabas del destino y de la Serendipia.. y es que como una vez leí «Cuando deseas algo con todas tus fuerzas, el universo entero conspira para que este se realice»…
En realidad la película trata dos temas, digamos filosóficos, uno es el que tú has planteado con tanta claridad sobre el destino o más bien la vocación… o sea, aquello a lo que estamos destinados (el pez a nadar, el ave a volar y cada hombre a seguir un camino peculiar y distinto).
Pero hay otro tema en la película: el mito del andrógino en Platón… El amor es una búsqueda de nuestra totalidad en el otro (la mujer en el hombre y el hombre en la mujer)… Pero en un otro muy concreto…No cualquier mujer, sino una concreta. No cualquier hombre sino uno concreto”¦ Platón cuenta que en el principio ese otro y nosotros éramos una totalidad, una plenitud… Y siempre buscamos esa plenitud.
Y a veces hasta somos capaces de recuperar esa plenitud del origen en lo que sin duda es la serendipiti mas afortunada y difícil que existe.