Saturación de emails
Hace años que el correo electrónico se perfiló como una herramienta poderosa habitual en cualquier empresa y todo tipo de organizaciones gracias al su carácter básico de comunicación, a su inmediatez y también al nivel de personalización.
Además era (probablemente ya no tanto) una modalidad de comunicación atractiva para todo usuario. ¿Os acordáis cuando mirábamos con ilusión el buzón de casa en busca de una carta amiga?
De la mano del Spam nuestro de cada día, ahora la situación es otra. El porcentaje de emails no deseados aumenta, el grado de atención en la lectura disminuye y lo normal es que sean borrados justos por pecadores.
Y hay más: las empresas han abusado de fórmulas de marketing agresivo atacando a nuestro buzón electrónico con exceso. ¿No se da cuenta el personal comercial de que a estas alturas un enorme grupo de mensajes van directamente a la papelera sin pasar los ojos por ellos? ¿No perciben que el efecto publicitario de captación se ha difuminado?
Toca revisión de todo esto. El receptor ha de manejar con más soltura los filtros anti-spam. El emisor, modificar sus estrategias y preguntarse cómo mejorar el impacto del mensaje sin bombardear al cliente potencial.
Un buen lema (para todos) sería: envía algo cuando de verdad tengas algo que comunicar. Y por favor, no multipliques los hilos exponencial e innecesariamente.