Una noche cordobesa de mayo, perfumada y tibia, con la incómoda perspectiva de un examen final próximo y la única presencia de la soledad, tuve un impulso repentino.
El olvido no existe. La belleza se añora sin cesar y se persigue: memoria y profecía de sí misma. La belleza es un sino, lo mismo que la muerte. Teníamos once años, y la palabra abril significaba igual para los dos… Puede el amante dejar de amar, pero, ay, amará siempre el tiempo en el
Calor, mucho calor por esta fechas sobre la piel de esta Iberia reseca. Y dentro de los PCcillos se desata el mismísimo infierno … Algo había que hacer ¿no?