Los Rápidos: Navaja de papel
Entre 1980 y 1982 surgió una lírica furiosa a cargo de Los Rápidos, el grupo inicial de Manolo García (quien ya nos dejaba oír una voz única que después tanto tiempo nos acompañó), junto a Esteban Martín (teclista), Antonio Fidel (bajista), Josep Lluís Pérez (guitarrista) y Lluís Visiers (batería).
Desde la ciudad de Barcelona y con una repercusión limitada, Los Rápidos pusieron las bases de Los Burros y estos a su vez de El Último de la Fila, palabras mayores en la historia de la música española.
Del año 81 data el primer y único LP, Rápidos (EMI), del cual se extrajeron los sencillos Amor biodegradable y Ruta del Sur. Desempeñó una especie de contrapunto catalán a lo que se estaba cociendo en Madrid, la impetuosa nueva ola con buenas dosis de diversión desinhibida sobre el escenario.
Como las cifras de ventas resultaron muy pobres, la discográfica terminó rechazando maquetas preparadas para un segundo larga duración. Sería en 1995 cuando se publicarían bajo el nombre de Los Rápidos 2: Maquetas.
La banda no tuvo más remedio que disolverse, no obstante continuaron sus frenéticas actuaciones hasta finales de año con un espectáculo en el que rompían televisores con una hacha ante un asombrado público.
Aunque con un sonido rudimentario, las 12 canciones del disco destilan descaro y muchísima vitalidad, un Pop-Rock inmediato, en ocasiones intimista (como en Navaja de papel) y en otras más acelerado, como en Ruta del Sur, de la que hablamos en su momento.
Con la entrada de Quimi Portet, que tocaba la guitarra eléctrica en Kul de Mandril, llegarían poco después Los Burros.
Los Rápidos o Los Burros… igual da. En ambos casos brotaron composiciones que nos llegaban con una intensidad absoluta, reflejando sensaciones y vivencias cercanas a nuestra juventud, contando historias con ingeniosa ironía y una lírica poco frecuente.
Los Rápidos: Navaja de papel
LETRA
Con el frío caminando, aceras de suciedad.
¿Me das fuego? ¿qué hora es?
Pregunto por hablar.
Ya clarea el día y es otro día igual
Luces muertas que se apagan,
la ciudad despierta ya.
Ella no ha venido, dime la verdad…
Volveré a caminar entre la tormenta,
bajo un cielo de cristal
cuando empiece a llover.
Y pintada en las esquinas,
mi sonrisa en venta,
Volveré a tropezar
aunque ahora diga que no.
Tras el filo de un silencio
buscando sin saber,
encontré un brillo siniestro,
navaja de papel.
Apretando hasta los dientes,
temblando al preguntar…
No es mi noche, mala suerte,
no tengo nada más.
Ya puedes largarte,
da gracias a Dios.
Volveré a caminar entre la tormenta,
bajo un cielo de cristal
cuando empiece a llover.
Y pintada en las esquinas,
mi sonrisa en venta,
Volveré a tropezar
aunque ahora diga que no.