La verdad ha caí­do y se ha llevado las libertades con ella

Hubo un tiempo en que una pluma de escribir cortaba más fino que una espada. Hubo un tiempo en que la gente creí­a en la verdad y miraba a la verdad como a un poder independiente y no como a un poder auxiliar para un gobierno, clase, raza, ideologí­a, personas o intereses financieros…

Hoy, los ciudadanos están gobernados por la propaganda. Los ciudadanos tienen poco respeto por la verdad, poco acceso a ella y poca capacidad para reconocerla.

La verdad es una entidad poco bienvenida. Perturba. Está fuera de los lí­mites. Aquellos que hablan sobre ella, corren el riesgo de ser catalogados como «anti-americanos», «anti-semitas» o «teóricos de la conspiración».

La verdad es inconveniente para el gobierno y los grupos de intereses que hacen contribuciones económicas para controlar el gobierno. La verdad es inconveniente para los procuradores que quieren convictos, no descubrir al inocente y al culpable. La verdad es inconveniente para las ideologí­as. 

Hoy, muchas personas cuyo objetivo una vez fue descubrir la verdad, están ahora siendo pagados generosamente para ocultarla. Los «economistas del libre mercado» están siendo pagados para vender inversiones en el extranjero a los ciudadanos. La alta productividad, el alto valor añadido de los empleos occidentales son denigrados como sucios, empleos de la vieja industria. Su lugar ha sido ocupado por la «Nueva Economí­a», una economí­a mí­tica que supuestamente consiste en empleos de alta tecnologí­a en los que los ciudadanos innovan y financian actividades que ocurren fuera de nuestras fronteras. Todo lo que los ciudadanoss necesitan para participar en esta nueva economí­a son licenciaturas financieras en universidades de la Ivy League y entonces trabajarán en empleos de millón de dólares en Wall Street.

Los economistas que fueron un dí­a respetados han aceptado dinero para contribuir con sus ideas a este mito de la nueva economí­a. Y no sólo los economistas venden su alma por ánimo de lucro. Recientemente hemos tenido informes de doctores médicos que, a cambio de dinero, han hecho publicidad en revistas reputadas que anuncian «estudios» que ensalzan este o aquel nuevo medicamento producido por compañí­as farmacéuticas que pagaron esos «estudios».

El Consejo de Europa está investigando el papel de las compañí­as de fármacos en la propaganda en torno a una falsa pandemia de la gripe porcina para ganar miles de millones de dólares en ventas de vacunas. Los medios de comunicación ayudaron a arropar la campaña ofensiva de los militares de USA en Afghanistan, describiendo Marja como una ciudad de 80.000 bajo control taliban, cuando resulta que Marja no es siquiera una ciudad urbana, sino un grupo de granjas agrí­colas.

Y está luego el escándalo del calentamiento global, en el cual las organizaciones sin ánimo de lucro, las Naciones Unidas, y el complejo nuclear coincidieron en plantear un escenario apocalí­ptico con objeto de crear beneficios de la polución (CO2).

Adonde quiera que uno mire, la verdad está presa del dinero. Donde el dinero es insuficiente para enterrar por completo la verdad, la ignorancia, la propaganda y la corta memoria acaban el trabajo.

Recuerdo cuando, siguiendo el testimonio del director de la CIA William Colby ante el Comité de Iglesias a mediados de los 70, los presidentes Gerald Ford y Ronald Reagan emitieron ordenes ejecutivas para evitar que grupos de la CIA y de financiación secreta asesinaran a lí­deres extranjeros. En 2010 Dennig Blair, cabeza de la inteligencia nacional, dijo al Congreso de USA que USA asesinaba ahora a sus propios ciudadanos, además de a los lí­deres extranjeros.

Cuando Blair dijo al Comité de Inteligencia de la Casa que los ciudadanos americanos ya no necesitan ser arrestados, acusados, juzgados o condenados de crí­menes capitales, sino simplemente asesinados bajo la sospecha de suponer una «amenaza», no fue objeto de impeachment. No se procedió a ninguna investigación.

A mediados de los 70 la CIA tuvo problemas por intentar asesinar a Castro. Hoy ciudadanos americanos son los primeros de la lista. Nadie en el gobierno tiene algún problema porque se asesine a ciudadanos americanos por parte del gobierno de USA.

Como economista, estoy impresionado de que la profesión de economistas americanos no tenga aún la menor consciencia de que la economí­a de USA ha sido destruí­da por la venta del PIB de USA a paí­ses extranjeros. Las corporaciones de USA, en busca del máximo beneficio y menores costes de producción y máximos bonus para sus CEO, han movido la producción de bienes y servicios que comercializan en América, a China, India y cualquier otro lugar fuera. Cuando leo que los economistas describen «offshoring» como «libre mercado»basado en ventaja competitiva, me doy cuenta de que no hay inteligencia ni integridad en la profesión de los economistas americanos.

La inteligencia y la integridad han sido compradas con dinero. Las corporaciones transnacionales o corporaciones globales de USA pagan compensaciones multimillonarias a los altos ejecutivos, que consiguen estos «premios a la gestión» por medio de reemplazar los empleos americanos con empleos fuera de nuestras fronteras.

Mientras que Washington se preocupa por la amenaza musulmana, Wall Street, las corporaciones americanas y el «libre mercado» destruyen con sangre frí­a la economí­a de USA y las proyecciones de futuro de decenas de millones de americanos.

Los ciudadanos, o la mayorí­a de ellos, han elegido ser puestos en manos del estado policial. Los americanos han comprado la idea del gobierno de que la seguridad requiere la suspensión de las libertades civiles y un gobierno controlable. Sorprendentemente, los americanos, o una mayorí­a de ellos, creen que las libertades civiles, tales como el «habeas corpus» y el proceso judicial, protegen a los terroristas y no a sí­ mismos. Muchos también creen que la Constitución es un documento viejo y cansado que impide que el gobierno ejerza el tipo de poder del estado necesario para mantener a los americanos libres y seguros.

Muchos americanos difícilmente van a escuchar a nadie que les diga nada diferente. He sido editor asociado y columnista para Wall Street Journal. Yo era el primer columnista para el Business Week, un puesto que mantuve durante 15 años. Fui columnista durante una década para el Scripps Howard News Service, que llevaba 300 periódicos. Era columnista en el Washington Times y para revistas francesas e italianas y una revista en Alemania. Fui colaborador del New York Times y colaboraba también en Los Angeles Times. Hoy no me dejan publicar en ningún sitio, ni siquiera aparecer en los medios de comunicación de masas americanos.

Durante los últimos 6 años he sido vetado en los medios de comunicación de masas. Mi última columna en el NY Times apareció en Enero del 2004, como co-autor con el Senador demócrata Charles Schumer, representante de NY. Tratamos de los empleos de USA y la inversión fuera. El artí­culo produjo una conferencia en la Institución Brookings en Washington DC y se produjo un debate entorno al tema. Hoy no podría ocurrir lo mismo.

Durante años yo era un habitual del Washington Times dando crédito al Moony, como anterior editor del Wall Street Journal y ex asistente del Secretario del Tesoro de USA. Pero cuando comencé a criticar las guerras de Bush, llegó una orden de arriba de Mary Lou Forbes de cancelar mi columna.

Los medios de comunicación americanos no sirven a la verdad. Sirven al gobierno y los grupos de interés que respaldan al gobierno. El destino de América fue sellado cuando el movimiento civil y anti-guerra compró la teorí­a de la conspiración del 9/11 del gobierno. La versión del gobierno del 9/11 se contradice por muchas pruebas y evidencias. Sin embargo, este evento definitivo de nuestro tiempo, que ha catapultado a USA a una lista interminable de guerras de agresión y de estado policial doméstico, es un tema tabú para la investigación por parte de los medios. No tiene sentido quejarse de una guerra y un estado policial cuando uno acepta la premisa sobre la que están basados.

Estas guerras de trillones de dólares han creado problemas financieros para los déficits de Washington y amenazan el papel del dólar USA como moneda de reserva mundial. Las guerras y la presión porque los déficits presupuestarios acaben con el valor del dólar, han puesto a la Seguridad Social y a Medicare en la máquina de picadillo. El anterior presidente de Goldman Sachs y Secretario de Tesoro de USA Hank Paulson, está detrás de las protecciones para los ancianos. El presidente del Fed Bernanke también persigue lo mismo. Los republicanos también están detrás de ello. Estas protecciones son denominadas «derechos» como si fueran algún tipo de patrimonio lujoso por el que la gente no ha pagado ya con el trabajo de toda una vida.

Con casi un 21% de tasa de desempleo (medida con la metodologí­a de 1980) y los empleos de los americanos, el PIB y la tecnologí­a habiendo sido entregada a China e India, con la guerra como único y máximo objetivo de Washington, con el dólar aplastado por la deuda, con los derechos civiles sacrificados a «la guerra contra el terror», la libertad y prosperidad de los americanos han sido tirados a la basura de la historia.

El militarismo de USA y los estados de Israel, y la ambición sin lí­mites de Wall Street y las corporaciones seguirán su camino.

Cuando la pluma es censurada y puede que sea extinguida, me retiro.

Carta de despedida del prestigioso periodista norteamericano Paul Craig Roberts

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