Johnny Clegg, con la música en la sangre y la justicia en el corazón
En 2015 falleció Johnny Clegg víctima de un cáncer de páncreas. Había sido no solamente uno de los músicos más célebres de Sudáfrica sino también un artista irrepetible. Hoy recordaremos los ritmos y la vitalidad de su música intentando también rendir homenaje a un hombre que nos mostró cómo asimilar y abrazar otras culturas.
Jonathan Paul Clegg nació en 1953 en Bacup, al noroeste de Inglaterra. Sus padres se separaron apenas recién nacido y a su padre biológico no lo conoció hasta los 21 años. La madre, Muriel, era una cantante de jazz nacida en Rhodesia (la actual Zimbabwe) aunque procedente de una familia judía lituana. Muriel se mudó con su hijo de Gran Bretaña a su Rhodesia natal para más tarde emigrar a Sudáfrica donde se casó con un periodista. La pareja se separó cuando Clegg tenía 12 años.
Clegg vivió brevemente en Israel y en Zambia, donde asistió a escuelas multirraciales en un tiempo en que la educación en Sudáfrica estaba estrictamente segregada. Como diría en una entrevista: «En Sudáfrica me sentí como un migrante, así que cuando conocí a trabajadores migrantes zulúes había algo en ellos con lo que intuitivamente me conectaba.”
A pesar de las expectativas de la familia de su madre de ser educado de acuerdo con las tradiciones judías, él se negó a ello.
El apasionante viaje musical de Johnny Clegg, que de entrada contaba con una perspectiva cultural muy amplia, comenzó siendo adolescente cuando conoció a Charlie Mzila, un migrante zulú que limpiaba apartamentos de día y tocaba la guitarra por las noches. Bajo su tutela aprendió el idioma zulú y su cultura musical.
Charlie tocaba canciones que versaban sobre una vida itinerante, canciones que eran alegres y tristes al mismo tiempo y que parecían proceder de un lugar lejano, de otro momento. En aquellos acordes africanos parecía habitar algo que para Johnny iba más allá de la música celta que añoraba. El adolescente blanco quedó fascinado:
Su convivencia con músicos negros le llevó a ser arrestado por vez primera con 15 años al contravenir las leyes del Apartheid en la época en la que en Sudáfrica estaba estrictamente prohibido que personas de diferentes razas se congregaran juntas, menos aún después de las horas de toque de queda.
Y aún así continuó colándose en aquellos lugares donde el orgullo racial se resistía a ser aplastado por unas leyes que convertían a los negros en extranjeros en su propia tierra. En bares, salas de juego y albergues para emigrantes iba aprendiendo melodías y bailes tribales, empapándose de una cultura africana vibrante.
En 1969 conoció en Johannesburgo a Sipho Mchunu, otro trabajador migrante zulú. Clegg tenía 16 años y Sipho 18 y bajo el nombre de Juluka («sudor» en Zulú) comenzarían a actuar juntos en las calles y en los pocos lugares en los que un grupo interracial podía tocar: una escuela misionera, una universidad, un campamento de mineros, una iglesia… Obligados a mantener un discreto anonimato, su éxito provino del boca a boca puesto que las emisoras nacionales jamás emitirían su música. El propio Clegg fue arrestado y golpeado por la policía en varias ocasiones. Mezclando en las canciones los idiomas zulú e inglés, los miembros de Juluka aparecían además en el escenario con el ropaje y los bailes tradicionales zulús.
Después de graduarse en Antropología social, Clegg estuvo durante cuatro años dando conferencias y escribiendo artículos académicos sobre la música y los bailes del pueblo zulú. La música de Juluka combinó igualmente esos elementos en letras que a menudo contenían mensajes políticos codificados y referencias a la batalla contra el apartheid. No era una banda que practicara el activismo político, simplemente como explicarían más tarde, «La política nos encontró».
Al ser la primera banda racialmente mixta en Sudáfrica, Juluka encontró una audiencia devota en municipios como Soweto, Sebokeng y Alexandra. Fuera de Johannesburgo, la solución a la censura pasaba por atravesar caminos o calles de tierra, anunciar el espectáculo desde una camioneta en movimiento, encontrar algún salón municipal y empezar a tocar mientras los dejaran.
A pesar de ser detenido y espiado, tener canciones prohibidas y espectáculos cancelados y llorar a amigos liquidados por el estado, después del levantamiento de Soweto en 1976 hubo críticas a lo que estaban haciendo por parte de intelectuales y activistas negros que querían un compromiso mayor. Pero Clegg y los suyos no estaban interesados en abanderar una lucha contra nada sino en establecer una identidad africana a través de la música. Clegg siempre rechazó la etiqueta de «activista político» que ha menudo le colgaron:
Johnny Clegg & Juluka mezclaron la música tradicional zulú con influencias tan diversas como los Chieftains y Jackson Browne, alcanzando renombre internacional antes de disolverse en 1985, cuando Mchunu regresó a su granja ganadera (todavía se reunirían brevemente en la década de los 90).
En 1986 Clegg junto a Dudu Zulu y otros músicos con los que ya había trabajado pasó a formar un nuevo proyecto, Savuka (en zulú «Despertar» o «Resurgir«). Era nuevamente una banda multirracial que continuó combinando música africana con influencias europeas aunque esta vez más orientados al rock.
Third World Child de Johnny Clegg & Savuka (1987) fue el álbum que llevó a Clegg a la fama internacional. Vendió más de un millón de copias en varios países europeos, incluida Francia, donde a partir de entonces serían muy populares.
Además de la célebre Asimbonanga, que aludía a un Nelson Mandela por entonces aún encarcelado y que se convirtió en el gran himno anti-apartheid, el álbum incluía también Scatterlings of Africa, que apareció en la banda sonora de la oscarizada Rain man, Berlin Wall y Great Heart entre otras.
La banda grabó en 1988 Shadow Man, cuyas letras se cantaban principalmente en inglés y los coros en Zulú (recordemos sencillos inolvidables como I Call Your Name, Take My Heart Away y The Waiting) y en 1989 Cruel, Crazy Beautiful World (uno de sus cortes, Dela, se utilizó en la película George de la jungla).
Las ventas internacionales fueron muy bien, especialmente en países como Francia, Canadá, Suiza y Bélgica. Savuka realizaría una extensa gira por Europa y América del Norte entre 1988 y 1993.
El álbum Heat, Dust and Dreams (1993) fue nominado para un Grammy en la categoría de música mundial, sin embargo la banda se disolvió ese mismo año poco después de que Dudu Zulu, batería de Savuka y compañero de baile en el escenario, fuera asesinado a tiros, aparentemente mientras intentaba mediar en una pelea entre taxistas.
A partir de 1990, fecha en la que el estado sudafricano comenzó a desmantelar el andamio legal del apartheid y preparándose para liberar a Nelson Mandela, una emoción embriagadora invadió a millones de personas que habían sufrido la segregación racial en una larga y dura travesía. En ese contexto, la música de Johnny Clegg resonó subrayando el momento.
Durante tres décadas, Johnny Clegg vendió más de cinco millones de álbumes en todo el mundo, cautivando grandes audiencias con una vibrante mezcla de música occidental y ritmos africanos. Obtuvo además varios premios nacionales e internacionales por su música y por su compromiso con los desfavorecidos de Sudáfrica, también por sus opiniones acerca de la situación general del mundo contemporáneo.
Entrado el siglo XXI y hasta su muerte en 2015, Clegg (ampliamente conocido como “El zulú blanco«) continuaría de gira por Europa, África y América, actuado en numerosos festivales.
La historia de Johnny Clegg es audaz, colorida y valiente. El hombre nacido en Gran Bretaña pero enamorado de Africa que mezcló de manera única la música occidental y zulú, fue un artista e intérprete único. Y el mundo se hizo más luminoso durante el tiempo que pasó en él.