Fernando VI: tapando agujeros
Fernando VI, hijo de Felipe V, reinó en España entre 1746 y 1759. Siguiendo la tradición familiar fueron sus últimos años un compendio de locuras y desvaríos.
Su padecimiento habitual consistía en graves crisis de melancolía, algo de lo que sólo mejoraba escuchando la voz de Farinelli, un «castrato» al que convirtió en el mayor personaje de palacio, tanto que Felipe le dio si no el nombre oficial, sí el poder de primer ministro, director de teatros de Madrid y Aranjuez y caballero condecorado con la cruz de Calatrava. A Carlo Broschi, su verdadero nombre, le hicieron el apaño en los bajos siendo niño. La idea ya se sabe: preservar de esta manera su maravillosa voz.
Farinelli «Il castrato» cantaba cada noche las mismas canciones al rey, algo que hizo durante 20 años.
Pero creo que tampoco sirvió de mucho ya que Felipe VI pensando en que iba a ser asesinado vivía en permanente estado de pánico, hasta tal punto que al final de sus días y tras perder a su amada esposa María Teresa de Portugal se volvió, ahora sí, completamente loco. Dicen sus cronistas que se sentaba en los pomos de las sillas para «taponarse el culo».