El tonto del autobús

Por ahí­ decí­an que es una pena que la mente humana no avance conforme lo hace la tecnologí­a. No puedo hacer otra cosa que posicionarme en esa lí­nea. Todo esto viene a cuento de darle un arma a un tonto que no sabe hacer la O con un canuto. El problema es que la gente incómoda se apoya en la tecnologí­a para incordiar lo máximo posible. Así­ lo han demostrado todos esos subseres que pueblan plazas, parque y calles, pero sobre todo, medios de transporte público. Es poner a su alcance un móvil con altavoz y la mayor utilidad que se les ocurre es darte por el culo en el metro.

Sí­, hablo de esa gente que va con a música del móvil a todos los sitios.

Que no voy a venir yo ahora a decir que decenas de años de evolución tecnológica y la usamos para crear aplicaciones que se tiran pedos, que también, pero yo que sé, podrí­an comprarse unos cascos de los chinos. Y los llaman smart-phone.

Pero todos esos momentos de mi vida de pensar, me levanto y le digo algo, ¿me partirá la cara?, ¿le puedo?, ¿habrá una cámara oculta?, ¿por qué cojones vamos 25 en este vagón y tenemos que aguantar al cani de mierda?, y lo que más me jode, ¿por qué nadie le dice nada, ni siquiera yo?, me han servido para algo, entre ello para hacerme algunas preguntas, como estas, y obtener algunas respuestas, como las que siguen.

Para comenzar, todos los tontos escuchan basura. Que no quiere decir que no haya tontos que escuchen buena música, ni gente competente que se enchufe los 40 en vena. Pero si alguna vez han sufrido algún individuo de estos que les gusta ir con banda sonora por la vida, se habrán fijado que la banda sonora es vomitiva. En el top 5 podemos encontrar, techno de los 90, reggeton, El canto del loco, el último hit de cadena Dial y más reggeton (era para cuadrar el top 5).

Diferentes investigaciones cientí­ficas culpan a la ausencia total de pensamiento coherente este hecho. Otro es que a alguien que de vedad aprecia la música no la escucha desde el sonido distorsionado de un móvil. Nadie es tan tonto. Así­ que podemos atestiguar una correlación entre la subnormalidad más evidente y el mal gusto por la (si es que se puede llamar) música. A nadie en su sano juicio se le pasarí­a por la cabeza poner su música a todo volumen en un tren lleno de gente. Pues los hay, y fí­jense, no van a oí­r un Pink Floyd, un David Bowie o unos The Doors salir por ese móvil jamas. No insistan y compruébenlo.

Otra cosa interesante  es por qué nadie dice nada. Supongo que todos pasan de todo, como siempre. O simplemente no quieren ganarse una hostia. O que lo haga otro, no voy a ser yo el pringado. Y al final te comes 30 minutos de pum, chaspum, chaspum.

Siempre he tenido la curiosidad, y ninguna vez la valentí­a de ir a donde el tipo y decirle, venga, la broma está bien, pero no me creo que por tu cabeza no pase ni de refilón que tu puto sonido está molestando a la gente.

Respecto a los dos puntos anteriores, contaré una anécdota breve pero intensa que me pasó en persona, y que explica algunas cosas.

Autobús nocturno, diez horas de viaje, dos de la mañana, la gente durmiendo. Dos personas, dos mujeres de unos 30 a 40 años, situadas una en una fila y la otra delante (cuando habí­a asientos juntos libres, pero claro, no era tan cómodo), parloteando muy alto, con la música, etc. Más de una hora y media después, un hombre, presumiblemente hasta las pelotas, se vuelve, y con un preciso mecagüendios y en la virgen, u os calláis o me vais a oí­r, se dirigió amablemente hacia las dos señoritas, o señoras.

Nada más lejos de la realidad, estos dos personajes sacados de un chiste malo, le dijeron al señor que se callase la boca, que ellas no molestaban a nadie, que nadie les habí­a dicho nada, y que si a él le molestaba es porque es un raro de mierda.

Como siempre, es peor el remedio que la enfermedad, y a las cuatro de la mañana aguantamos una bonita discusión a voz en grito.  Por si fuera poco, en este tipo de casos, el loco cabrón sin educación que estaba tocando los huevos, se suele crecer, y bien o sube el volumen de la música, o grita más, como para hacerse valer, como pare hacer ver que llevaban razón.

En resumen, mala solución.

Aunque algunas son más ingeniosas que otras. No se si les ha pasado, pero a veces, la gente harta, cuando uno enciende su móvil con la música vomitiva a todo trapo, lo que se le ocurre al segundo sujeto en cuestión, escarmentado seguramente en otras ocasiones, y a sabiendas de que recriminando la actitud no va a conseguir mucho, decide sacar su propio móvil de última generación, con un altavoz más pepino si cabe, y comenzar lo que viene siendo una batalla de a ver quien molesta más. Verí­dico. Y de hasta tres personas.

P.D. Para acabar, una anécdota. Fue una vez, yendo en un autobús que para cerca de una zona agrí­cola, se subieron una cuadrilla de árabes. A uno se le ocurrió, ya que debí­a ser la hora de los rezos, poner oraciones a todo volumen en el móvil, así­, con dos cojones, si señor. Al principio pensé que era algún tipo de música árabe, pero cuando la música no apareció por ningún lado, imaginé que eran rezos. Curioso al menos, yo, a cuadros me quedé. Alguien le recriminó, hizo caso omiso, y le dio al recriminante por sacar su móvil, y poner el último éxito de Pachá a un volumen considerable. Oye, como para decir nada. Los 25 minutos más WTF de mi vida.

Fuente: http://perdidoeneldesierto.es/el-tonto-del-autobus/

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