El mundo perdido existe
Casi todos conocemos la fabulosa novela del gran escritor y visionario Julio Verne llamada «En busca del mundo perdido». Lo que la gente no suele saber es que esta novela se inspiró en uno de las formaciones geológicas más extrañas e interesantes que existen en todo el planeta: los Tepuyes .
El tepuy es una meseta especialmente abrupta, con paredes verticales y cimas generalmente muy planas, común en La Gran Sabana venezolana.
Asimismo es posible encontrarse con estas singulares formaciones en países vecinos como Guyana, Brasil y Colombia.
Los tepuyes tienden a estar individualmente aislados en vez de formar parte de una cadena común, característica que frecuentemente los hace ser el ambiente donde se desarrollan formas evolutivas únicas tanto animales como vegetales.
La palabra tepuy proviene de una voz del idioma indígena pemón que significa «montaña». Otras fuentes la traducen como «morada de los dioses».
Estas montañas son las formaciones expuestas más antiguas en el planeta (su origen data del Precámbrico).
Entre los tepuyes más conocidos se encuentran el Autana, el Auyantepuy, desde donde cae la catarata más alta del mundo, el Salto Ángel, el Roraima, el Cuquenán (tercera cascada más alta de Venezuela) y el Sarisariñama, con la fosa de hundimiento más grande del mundo.
Existen alrededor de 115 tepuyes en la Gran Sabana al sureste de Venezuela, en el borde con Guyana y Brasil. Con frecuencia superan los 1.000 metros de desnivel con respecto a la jungla circundante.
En la cima de estas estructuras la erosión ha creado extrañas formaciones laberínticas. Otro número importante se encuentra en el Parque Nacional Canaima en Venezuela, Patrimonio de la Humanidad.
Por un lado, la altitud establece una importante diferencia climática con las llanuras más bajas de clima típicamente intertropical, con elevadas temperatura y humedad, mientras que la planicie superior del tepuy puede llegar a ser aún más lluviosa aunque mucho más fresca.
Por otro lado la extrema verticalidad de las paredes, la presencia de cornisas insalvables y la humedad de las rocas dificulta bastante la migración entre la base y la cima y viceversa, factores que han determinado la aparición de flora y fauna endémicas.
El singular proceso evolutivo resultante ha dado origen a numerosas especies animales y vegetales únicas en el mundo, por lo que los tepuyes son habitualmente apodados las Galápagos de tierra firme.
Dada la imposibilidad de acumulación de humus debido al viento y la accidentada constitución del terreno, el suelo de estas mesetas es pobre en nutrientes, lo que ha generado una variedad particularmente acentuada de plantas carnívoras.
Estas características dan a las mesetas un marcado interés para los biólogos evolucionistas: numerosas especies todavía no han sido clasificadas y probablemente queden aún muchas por descubrir.
En particular, algunos tepuyes están perennemente cubiertos por gruesas capas de nubes (como sucede en el Pico de la Neblina en Brasil) y sólo han sido fotografiados por radar desde el aire. Algunas de estas formaciones aún no han sido holladas por el pie humano.
Julio Verne fantaseó con la posibilidad de que en alguno de esos grandes tepuyes pudieran existir todavía dinosaurios y fantásticos animales por descubrir. Quien sabe…