El decálogo de Bertrand Russell
Pocos individuos consiguen liberarse del acoso abrumador ejercido por la propia convivencia, los medios y en general el sistema en el que vivimos, esos que consiguen trazar un camino propio y pleno que la mayoría ni alcanzamos a vislumbrar, esos que demostraron con su vivo ejemplo que con menos se puede vivir feliz.
Sobre el carácter fugaz de la felicidad y de la vida sabía mucho Bertrand Russell (1872-1970), importante matemático, escritor prolífico y gran divulgador.
Fue sobre todo un humanista que luchó a lo largo de toda su vida contra la superstición promoviendo la razón a través de sus publicaciones, sus ponencias y en cualquier oportunidad que se le presentaba. Como filósofo, es uno de los más influyentes del siglo XX.
A pesar de las distancias que marca el tiempo, podemos considerar que la sociedad de hoy se asemeja a la que Bertrand Russell conoció al publicar en 1930 La conquista de la felicidad, libro que enseña que para un individuo las necesidades básicas no son muchas, y que gran parte en realidad resultan prescindibles.
«Poco a poco aprendí a ser indiferente a mí mismo y a mis deficiencias; aprendí a centrar la atención, cada vez más, en objetos externos: el estado del mundo, diversas ramas del conocimiento, individuos por los que sentía afecto (..) el mundo puede entrar en guerra, ciertos conocimientos pueden ser difíciles de adquirir, los amigos pueden morir. Pero los dolores de este tipo no destruyen la cualidad esencial de la vida».
Más adelante, en 1951, Bertrand Russell propuso un decálogo como forma de impulsar el pensamiento crítico por encima del fanatismo ciego y no está de más recordarlo por ser perfectamente válido para cualquier época y cultura.
Propone ser escéptico, crítico, sin perder nunca el respeto por los demás. Tener franqueza, apartar la mentira, cuestionar la autoridad y continuar con nuestras opiniones pese a la adversidad. ¡A cuántos cabecillas actuales convendría reflexionar un poco sobre estos puntos!
He aquí unos magníficos principios, concretamente los que pertenecen a un gigante del pensamiento.
Los Diez Mandamientos de Bertrand Russell
- No estés absolutamente seguro de nada.
- No creas conveniente ocultar evidencias, pues las evidencias al final siempre salen a la luz.
- Nunca intentes disuadir a otros de pensar, pues seguro que lo conseguirás.
- Cuando encuentres oposición, incluso si procede de tu pareja o tus hijos, trata de superarla mediante la argumentación y no mediante la autoridad, pues la victoria que depende de la autoridad es irreal e ilusoria.
- No respetes la autoridad de otros, pues siempre se pueden encontrar autoridades enfrentadas.
- No uses la fuerza para acabar con las opiniones que te parezcan perniciosas, pues si lo haces, esas opiniones acabarán contigo.
- No temas ser extravagante en tus ideas, pues todas las ideas que ahora se aceptan fueron en su día extravagantes.
- Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, la primera implica un acuerdo más profundo que la segunda.
- Sé escrupulosamente veraz aunque la verdad sea incómoda, pues más incómoda es cuando tratas de ocultarla.
- No envidies la felicidad de los que viven en el paraíso de los necios, pues sólo un necio pensará que eso es la felicidad.