Color para una guerra en blanco y negro
Descubrí una llamativa colección de fotografías en color de la Primera Guerra Mundial cuyas tonalidades parecen transmitir una cierta sensación de irrealidad. Son estampas cotidianas que traspasan la línea del tiempo y cautivan por completo mi atención.
El responsable del muestrario fotográfico es Jean-Baptiste Tournassoud (1866-1951) quien había sido amigo de los hermanos Lumière y aprendió con ellos el control de los procesos fotográficos.
Deux fusiliers marins (Bélgica, septiembre de 1917)
Los célebres hermanos Lumière, inventores del proyector cinematográfico, patentaron en 1903 y comercializaron en 1907 el denominado «Autochrome Lumière» un sistema que resultó ser el único procedimiento existente para obtener fotografías en color hasta 1935, año en que acabó abandonándose por costoso y por precisar largos tiempos de exposición.
En 1887 Tournassoud ingresaba en el ejército francés donde muy pronto sería reconocida su destreza con la cámara.
Con el estallido de la Gran Guerra es asignado a numerosas misiones fotográficas en el frente, en primera línea muchas veces, cometido que cumplió con eficacia. Se estima que durante los cuatro años que duró la contienda realizó cerca de 3.000 fotografías y unas 800 placas autochrome en lo que constituye un magnífico testimonio gráfico del conflicto bélico.
Soldados franceses en la trinchera
La vida diaria en la trinchera o en el campamento, los mandos posando en actitud altiva y circunspecta, los edificios bombardeados, una variada galería de soldados con sus poblados bigotes, con sus pertrechos… Tournassoud compuso a partir de esos elementos una fotos que dejan de manifiesto un destacado sentido pictórico.
La producción fotográfica de Jean-Baptiste se distingue por su calidad estética y el discurso que desarrolla: uso frecuente de la puesta en escena, bocetos fotográficos que resaltan los valores patrióticos de Francia y también una relación bucólica con la tierra y el mundo rural.
Soldado cortando el pelo a otro
Durante la guerra y después de ella desfilaron ante su objetivo importante personajes nacionales del momento como Clemenceau, Foch, Joffre, Pétain, Mangin. Su obra apareció en prestigiosas publicaciones y en 1919 se organizaría una exposición bajo el nombre «Sujets de Guerre (1914-1919)» que recorrió diversas ciudades de Francia.
En el año 1920 Jean-Baptiste Tournassoud abandona el ejército con el grado de Comandante después de 32 años de servicio y se retira a su villa natal, Montmerle-sur-Saône (al norte de Lyon) para consagrarse plenamente a su pasión por la fotografía el resto de sus días.
Plasmó a partir de entonces paisajes, monumentos, instalaciones industriales y animales -está considerado como uno de los mejores fotógrafos de animales del S. XX, especialmente caballos- con una elaborada escenificación cercana a la pintura y gran dominio técnico.
Hasta su muerte en 1951 produjo una obra considerable impregnada de sensibilidad y con ese sentido innato con el que sueña todo fotógrafo.
Sesenta años de buen trabajo avalan a este hombre inquieto y profesional que además fue un excelente técnico de laboratorio y amante de la literatura, la poesía y la música.
En la página de la Academia de Amiens figura un estudio sobre la representación del soldado durante la guerra del 14 con carteles, postales, viñetas y planchas fotográficas (en el idioma de Molière y Louis de Funes).
Recordar finalmente que el caso de Jean-Baptiste no es único, existen también otros testimonios gráficos de la Primera Guerra Mundial más que interesantes.