Hijo de una familia de comerciantes, el escritor, periodista y político Pablo de Jérica y Corta nació en Vitoria en 1781. Después de sus primeros estudios mostró un gran interés por la literatura latina, aprendió francés y recibió clases de Filosofía en su ciudad natal. Mientras se preparaba para cursar leyes en la Universidad de
«Saborea un instante de gozo. La vida no es más que eso». Imagino a este hombre en una noche lejanísima del S. XII, sentado al aire libre bajo el parpadeo cósmico de las estrellas. El aire está intensamente perfumado por el aroma que escapa de las flores en la oscuridad. Con el mentón apoyado sobre
Solsbury Hill, en el condado de Somerset, Inglaterra. Tras abandonar Genesis, la banda en la que había sido cantante y líder desde su creación, Peter Gabriel escribe un primer sencillo como solista: Solsbury Hill. Cuenta la leyenda que a raíz de una experiencia espiritual que sintió como una revelación en esta colina de Somerset, Inglaterra,
Sirvan estas notas como un pequeño homenaje a una de esas bandas poco conocidas (no por ello olvidadas), que escribió una entrañable página en la historia del rock aragonés y por extensión, español.
«Los días vienen y se van, se desvanecen con mi voz» 091: La canción del espantapájaros Quince años a la carrera, años de esfuerzo llenos de esperanza con pequeños éxitos y frecuentes sinsabores. Esta canción que tantas veces he tarareado, es para mi una de las más representativas de los cero porque pienso en su
«Las flores siguen perfumando el aire, los perros no han dejado de ladrar.» (091: La vida qué mala es) Del impresionante legado de canciones de los granadinos 091, uno de los más grandes grupos que ha dado este país, iremos entresacando en este blog algunos de sus textos llenos de intimidad, soledad o furia. Lucidez
Negro ahora el color de mis vestiduras. No por mi, sino por ella por sus miedos y dudas. Macabra siempre mi presencia, no por maldad en mi corazón, sino por la oscuridad de la que se ha impregnado mi alma. Oscuros los lugares que frecuento. No por necesidad de esconderme, por mi miedo a las tinieblas superado. Vosotros me señaláis con el dedo y me
Soy cruzado del Ensueño, soy un pálido bohemio. Siento el arte por el arte, sin buscar jamás el premio, y odio, loco de idealismo, la razón útil y seria. ¡Caballero soy del hambre, de la risa y la miseria!