Categoría: Como decí­a el otro…

Grandes frases de grandes ateos

«La verdad no demanda creencias. Los cientí­ficos no unen sus manos cada domingo, cantando ‘¡Sí­, la gravedad es real! ¡Tendré fe! ¡Seré fuerte! Creo en mi corazón que lo que sube tiene que bajar. ¡Amén!’. Si lo hicieran, pensarí­amos que están bastante inseguros de ello.» Dan Barker

Ambrose Bierce: El Diccionario del diablo. Letras: I-Z

I Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que «satura y regula el todo». Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de

Groucho

Las pelí­culas, las innumerables cartas, las entrevistas y los libros de Julius Henry Marx, más conocido como Groucho Marx (Nueva York, 1890-Los Ángeles, 1977), constituyen una inagotable, audaz y desternillante fuente de pensamiento crí­tico. Muchos han sido los profesionales de la comedia influidos por el universo de Groucho; muchos los que aprendieron del humor socarrón

No me mires, mí­rame

«Nadie es tan feo como en su DNI, tan guapo como en su Facebook, tan guay como en su Twitter, ni tan bueno como en su CV.» Visto en Twitter, Facebook y demás.. Y maldita sea la foto del documento nacional de identidad, que para lo único que vale es para tu escarnio y pública

El Diccionario del diablo. Letra: A

Como ibamos diciendo, el Diccionario del diablo (The Devil’s Dictionary) es la obra más conocida de Ambrose Bierce, un escritor distinto de fuerte personalidad. Y acerca del tí­tulo de esta obra, no se de dónde pudo surgir; pero como todo el mundo sabe el diablo tiene su atractivo. Y ¿quién es el diablo? Respuesta para

La guerra es obsoleta

«El egoí­smo es innecesario e irracionalizable…la guerra es obsoleta». Richard Buckminster Fuller (1895-1983) inventor, ingeniero, escritor prolí­fico y uno de los primeros activistas medioambientales. Como todo gran cientí­fico, un gran humanista. Hombre admirable del que ya hablamos

Cómplices de nuestro propio engaño

«Hace poco estuve en Disney World. Habí­a mucha gente; nos abrí­amos camino más que caminábamos. Justo delante mí­o habí­a un hombre con una videocámara. Era una de esas nuevas videocámaras en las que, en vez de mirar por un visor, contemplas una pantalla plana en color del tamaño de un naipe que televisa en directo
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