Entre dos y tres años de un ruido constante que se cierne sobre tu propia vivienda, día y noche, tres turnos de trabajadores a destajo hacen temblar tímpanos y cimientos. Toneladas de polvo flotando en el ambiente con dirección a ventanas, balcones y narices.
Las autoridades han demostrado contar con importantes presupuestos con los que entre otras cosas mejorar la ciudad. Horadándola sin descanso, haciendo y deshaciendo bajo criterios dispares, consiguen desfigurarla.
Tengo la impresión de que de un tiempo a esta parte se han propuesto desembarazarse de gentío en Madrid. No con sutileza ni maneras, más bien tirando de la vena sacacuartos que prolifera sin mucho rubor entre nuestros representantes.
Jamás estuve tan lejos y mucho menos en ciudades arrasadas por alguna catástrofe, pero en Madrid a veces puedes hacerte una ligera idea. Un ejército inconcebible de maquinaria amenazadora siembra la M-30, los accesos y salidas por las principales vías al norte, al sur, al este y al oeste, todo a la vez…