La leyenda del holandés errante
Las leyendas de barcos fantasmas han estado presentes desde la antigüedad entre los mitos marineros. Adentrarse en el océano o en peligrosos mares siempre causó profundo temor al hombre.
La historia de el holandés errante es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas de la mar, ya que circula desde hace por lo menos 500 años.
Incluso antes de que inspirase a Wagner su ópera «Der Fliegende Holländer», ya era ampliamente conocida por innumerables generaciones de marinos de todo el mundo.
La leyenda habla de un capitán llamado Willem van der Decken, cuya nave fue presa de una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza.
Los pasajeros, aterrados, le rogaron buscar refugio en un puerto seguro o que al menos arriara velas para intentar capear el temporal. Pero el enloquecido capitán se burló de las súplicas y atándose al timón comenzó a cantar canciones sacrílegas.
Alarmada por la conducta de su capitán, la tripulación intentó hacerse con el control del barco pero el intento de motín fue sofocado y Van der Decken arrojó al cabecilla de la revuelta por la borda mientras los aterrorizados pasajeros se encomendaban a Dios.
En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa revelando la figura gloriosa de, según algunos, el Espíritu Santo o el mismo Dios según otros.
La figura se enfrentó a Van der Decken y le dijo que, ya que disfrutaba con el sufrimiento ajeno, sería condenado a recorrer el océano eternamente en medio de una tempestad continua. Además todos aquellos que se cruzaran en su camino morirían.
Su único alimento sería el hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel y su única compañía un grumete a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija. (¿qué culpa tenía el pobre grumete?)
Tras estas palabras la visión desapareció y con ella todos los pasajeros y tripulantes. Van der Decken y el grumete quedaron abandonados a su fatal destino.
Entre las diferentes versiones de la leyenda, una asegura que el capitán hizo un pacto con el diablo para surcar siempre los mares sin importar los retos naturales que se interpusieran. Y que Dios, al enterarse de tal soberbia, lo condenó a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar tierra. De ahí el nombre de «Holandés errante».
Ciertas fuentes aseguran que un capitán holandés del S. XVII llamado Bernard Fokke inspiró al del buque fantasma. Fokke se hizo célebre por la gran velocidad de crucero que alcanzaba su nave en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se dijo que había firmado un trato con el demonio.
A menudo se confunde la historia del Holandés Errante con la del Judío Errante por su similitud. En ésta última un judío insultó a Jesucristo en la Cruz y por ello fue condenado a vivir errante toda su vida.
Hay muchos sucesos registrados acerca del avistamiento de un buque fantasmagórico surcando los mares, condenado a vagar eternamente por los océanos en castigo a la osadía y la soberbia de su capitán. Los marineros afirman que el holandés errante es el causante de que otras embarcaciones choquen contra rocas o arrecifes.