La memoria contra el olvido
¿Qué es peor, la muerte o el olvido? Para la existencia humana, sometida minuto a minuto a la crisis del olvido, probablemente sea esto último lo más descorazonador. La literatura griega dejó abundantes testimonios de este carácter transitorio del hombre e inventó un tajante adjetivo para definirlo: efímero (etimológicamente «ser de un día»).
La radical transitoriedad de la existencia era un hecho inalterable ya en los textos antiguos, donde aluden a ella con una no resignada melancolía. El río de la vida no puede parar; el hombre lucha contra su destino apelando a otra fuerza poderosa: la memoria. Reconocer que se es efímero y poderlo decir es la única forma humana de inmortalidad.
Hablar, narrar, inventar … ya es construir
Elemento fundamental de esta pugna contra el olvido ha sido la palabra. Hablar, narrar, inventar … ya es construir otro universo, otro ritmo del mundo tal vez más abstracto pero firme y perdurable. La palabra es hilo que teje finamente las efímeras existencias y las alza por encima del tiempo en que respiran. La fama de los héroes y la historia de sus hazañas forjó la sustancia de la memoria, eco y espejo de la vida, construida día a día con cada presente.
Así la memoria llegaría a ser tan importante como la vida, especialmente desde el salto de la oralidad a la escritura. En las actitudes que adoptamos, las palabras que decimos o callamos, en todo ello somos nuestra memoria. Nada de lo que hemos vivido desparece completamente y eso, en el pequeño recinto de la vida personal, es una forma de inmortalidad.
En todo lo grabado en nuestra mente convive una reminiscencia que viene a ser esa mirada sobre nosotros mismos que permite recobrar un mundo ya en tinieblas alumbrado gracias al recuerdo. En el reconocimiento total de nuestro pasado se alcanza nuestra plena lucidez a través de un esfuerzo personal y arduo al que todos estamos obligados. De lo contrario permaneceremos sometidos al imperio de otra forma más dura que la muerte, a lo que el poeta griego llamaba «la desierta, infinita llanura del olvido».
Recogiendo algunas de las reflexiones del maestro Emilio Lledó
El articulo es muy interesante, creo ademí s que uno deja de vivir cuando nadie lo recuerda, cuando nadie se interesa por uno y deja de transmitir y recibir sentimientos. El olvido es que realmente no hiciste ni cimpliste con lo q tenias que hacer en este mundo. VIVIR.