06/03/2007
¡Todo por la ciencia!
Interesado en estudiar de verdad las enfermedades tropicales y epidémicas, un tal doctor Valli decidió analizar sobre el terreno la fiebre amarilla.
En 1816 se trasladó de Italia a Cuba y nada más llegar a La Habana quiso comprobar el grado de contagio de esta enfermedad. Para ello vistió las ropas de un muerto y se acostó junto al cadáver. Curiosamente a la mañana siguiente apareció muerto.