El árbol perdido del Teneré
Hubo una vez un árbol que se alzaba olvidado en medio de la nada, sin más compañía que la del viento ardiente y el polvo sahariano, como un verdadero monumento a la desolación…
Si buscamos una imagen para representar la soledad y el aislamiento perfectamente podríamos utilizar la del pobre árbol de Teneré, en la república de Níger, en pleno desierto del Sahara.
De lo que hace siglos debió de ser un bosque había quedado una acacia como última superviviente de tiempos más húmedos, el único árbol en 150 km. a la redonda, lo que lo convertía en el árbol más solitario del mundo.
El Teneré es el sector meridional del desierto del Sahara, en el interior de Niger y está considerado como uno de los desiertos más bellos del mundo. «Ténéré» es una palabra que para los tuareg significa simplemente «desierto», lo mismo que «sahara» en árabe.
En 1979 el motociclista francés Thierry Sabine se perdió en el desierto del Teneré durante dos días y esa experiencia fue la semilla para la creación del Rally París-Dakar que el mismo Sabine impulsó.
Agadez (también llamada Agadés) es la ciudad más importante del Teneré, zona tradicional de paso para las caravanas transaharianas que surcaban sus arenas camino de las minas de sal de Bilma.
Es natural por lo tanto que el árbol de Teneré constituyese un punto de referencia ineludible además de un faro viviente para quienes atravesaban el desierto. Pero ¿cómo había podido sobrevivir en condiciones geográficas y climáticas tan extremas?
El etnólogo y explorador Henri Lhote, que conoció el árbol del Ténéré en 1934, describió que pese a su aspecto enfermo tenía bonitas hojas verdes y algunas flores amarillas.
En 1939 el comandante francés Lesourd, del Servicio Central de Asuntos Saharianos, cavó un pozo cerca del árbol y descubrió que sus raíces llegaban a una manto freático situado a casi 40 metros de profundidad. El comandante dijo del enigmático árbol:
Cada año los azahari se reunían alrededor del árbol antes de afrontar el cruce del Teneré. La acacia se había convertido en la referencia para quienes dejaban Agadez para ir a Bilma o para regresar y así fue respetada y preservada. Hasta que un conductor borracho mató a este milagro de la naturaleza.
Originalmente la acacia presentaba dos troncos en forma de «y» griega, sin embargo en una fecha indeterminada al final de los años 50 un camión chocó contra ella y le seccionó uno de los troncos, que acabó desapareciendo. Lhote visitó de nuevo el lugar en 1959 y constató el hecho:
Se lo que estáis pensando: hay que ser inútil para chocar contra el único obstáculo existente en una inmensa llanura vacía, pero bueno, una vez… todo puede pasar. Pues bien, no solamente sucedió una vez puesto que en 1973 un camionero libio, presuntamente borracho, derribó por completo la acacia al embestirla con su vehículo. Esta vez sí fue el final para el más solitario de los árboles.
El árbol sagrado, el único a quien ningún nómada osó hacer daño, había sido víctima de la estupidez humana sobre cuatro ruedas.
Después de tan triste fin el árbol del Teneré (lo que quedaba de él) se trasladó al Museo Nacional de la ciudad de Niamey, capital de Níger. Una simple escultura de metal que representa el árbol (más bien feota) se encuentra ahora donde una vez creció el árbol.
El de Teneré fue el único árbol en mostrarse en un mapa a una escala de 1:4.000.000. Para el recuerdo quedan las fotografías que se conservan, que no son muchas.
Una historia seguida en Fronteras. Y bien documentado, aunque en francés:
L’arbre du Ténéré, symbole de la survie dans le Sahara