Con la botella de agua pegada al brazo
Porque se encuentra muy extendida esta práctica en la actualidad y a raíz de un mensaje que me enviaron sobre los peligros que puede entrañar, creo que merece la pena hablar un poco de ello.
Hay una disfunción llamada Potomanía que consiste en la ingesta excesiva de agua, muy por encima de la requerida por nuestro organismo y que puede llegar a acarrear trastornos fisiológicos. La intoxicación por agua sería el término contrapuesto a la deshidratación y podría resultar igual de grave.
Adelgazar, cuidar la línea, regenerarse, sentirse «limpio» por dentro… y ¿por qué no decirlo?, transmitir esa imagen positiva que todos queremos proyectar. Son objetivos que tenemos en mente y algo que conocen perfectamente los departamentos publicitarios, algo que en los últimos años profusamente difundido a través de los medios de comunicación.
El agua representa más de la mitad del peso corporal y nadie duda lo sano que es beberla pero el exceso será contraproducente
¿Cuándo empieza a ser una anomalía?. Primero decides que has de beber agua en abundancia -porque todo el mundo lo dice- y te haces inseparable de la botella de plástico. Sin embargo si acabas sustituyendo líquido por alimento para calmar la saciedad y rebasas digamos los 5 litros diarios, entonces puede haber problema.
Expertos en nutrición avisan de las consecuencias de este tipo de conducta: sobreesfuerzo renal, descompensación en los fluidos del organismo, cansancio, alteración en la proporción de minerales, etc.
Me remito a las opiniones al respecto del Dr. J. José Rufilanchas, cirujano cardiovascular del Hospital Ruber Internacional de Madrid, quien respondiendo a las preguntas de un periodista aprovecha para desmontar varios mitos muy arraigados hoy sobre este tema:
«Si uno tiene los riñones bien, el corazón bien y el hipotálamo, que es donde está el centro de la sed, también, debe de beber cuando tiene sed, ni una gota más ni una gota menos. ¿Qué es lo que ha pasado? Pues, primero que hay una campaña de marketing muy importante para que todos bebamos agua y seguramente llenemos los bolsillos de empresarios que no conocemos; y segundo, el fenómeno del estar bien.
He visto a mucha gente enganchada a todas horas a la botellita de agua, en su lugar de trabajo, en el transporte o andando por la calle. Al parecer fuerzas mediáticas nos han convencido plenamente de que el líquido elemento obra el milagro: embellecer, rejuvenecer y adelgazar. Pero si no practicas ningún tipo de ejercicio físico importante tienes que beber cuando tengas sed, simplemente. Tu cuerpo sabrá indicarte la cantidad que necesitas en cada momento.
Y otro detalle importante: cuando una autoridad alimentaria aconseja hidratarse con entre 2 y 3 litros al día no solo se refiere al agua de una botella, también se incluye el líquido de otras bebidas y el que contiene la propia comida, como frutas y verduras.
Así que, simplemente, piénsalo un poco.