No, no es un peluche

Ni idea hasta ahora sobre la existencia de esto pero en cuanto me avisaron empecé a mirar por encima del hombro más de lo normal. No tení­a tanto miedo desde que vi un documental sobre el dragon de Komodo.

¿Te imaginas a un bicho de éstos persiguiéndote en su época de celo? ¿No querrás uno para tus hijos, no? Allá tú si después te hablan de persistentes pesadillas.

Se trata de una raza de conejos gigantes descendiente de otra originaria de la Patagonia argentina de unos 10-12 kg. y casi extinguida que fue llevada a Europa en el siglo XVI y «tratada» en la región de Flandes, de donde toma el nombre. ¿Es producto de criadores respetuosos o directamente ingenierí­a genética salvaje?

Según parece las conejas no entran en celo fácilmente y los machos se muestran haraganes a la hora de copular. El potencial de esta raza es más de mascota o exposición que para producción cuní­cola intensiva; aún así­ ya lo están intentando. Un tal Szmolinsky saltó a la fama al ganar un concurso por haber criado al conejo más grande de Alemania: 10,5 kilos. La noticia se expandió por el mundo y representantes de la hermética Corea del Norte le compraron 12 ejemplares. El objetivo, dicen, es ayudar con su gran masa corporal a mitigar hambrunas. ¡Vive Dios que tienen chicha!

Por cierto, por lo que he leído el Libro Guinness ya no permite registrar récords de las mascotas más grandes, de mayor volumen o peso, sencillamente porque somos tan cafres que mucha gente en busca del ejemplar más voluminoso e impactante reventaba literalmente a los animalillos con tratamientos diversos.