Ante la comercialización del libro electrónico en España

Internet ha provocado y provoca -lo hace dí­a a dí­a- toda una serie de cambios que están dejando obsoletos los modelos tradicionales de ocio, lo que a menudo se traduce en incertidumbre para el consumidor. Ocurre también en el mundo del libro, donde hoy asistimos a una transición inminente e inevitable.

Algunas claves

En ese contexto la siguiente noticia tiene interés: Libranda, la plataforma de lengua española más grande del mundo, despega el próximo 15 de julio. Al ser núcleo central para la promoción y difusión de contenidos digitales de 7 importantes grupos editoriales, dispondrá del mayor catálogo editorial del mundo en lengua castellana y catalana por lo que esa fecha podrí­a ser un referente para el verdadero arranque de la comercialización del libro electrónico en España.

Además de a través de dicha plataforma, los libros electrónicos podrán ser comprados en las webs de grandes del sector como Casa del libro, El Corte Inglés, Fnac… así­ como en otras librerí­as que desarrollen su propia tienda on line. Operadores telefónicos como Movistar también venderán e-books con Libranda.

Mientras muchos soportes trabajan con formato PDF, Libranda lo hará al parecer con formato ePub (acrónimo de la expresión inglesa Electronic publication o Publicación electrónica). ePub dispone como protección anticopia del DRM de Adobe ACS4, que únicamente permite el almacenamiento y la descarga con Adobe Digital Editions y regula el número de descargas.

Libranda: esquema visual con su modelo de descarga

De igual modo a lo visto en otros productos afines, también en el caso del libro hay que contar con la amenaza permanente de la piraterí­a, que aquí­ vendrí­a a ser una evolución de la fotocopia ilegal. Los libros simplemente se escanean y son subidos a la Red; a partir de ahí­ cualquiera puede bajarlos sin especial dificultad hacia su ordenador o hacia un dispositivo cada vez más numeroso: el eBook, el libro digital o electrónico.

Por lo tanto los temas que más preocupan a los editores son la protección de los derechos de la propiedad intelectual y la generalización de descargas incontroladas.

Una de las claves para la popularidad del formato digital es que las novedades aparezcan al mismo tiempo que en papel, así­ como que el precio final sea sensiblemente más bajo -si partimos de la base de que ha de reflejar la consecuente reducción de costes-. El precio ha de presentar el suficiente atractivo como para que lectores habituales y lectores potenciales no busquen por norma los contenidos que les interesen por ví­as alternativas de gratuidad.

El objetivo es en resumen crear un sistema de calidad a un precio razonable.

Interrogantes

¿Llegan tarde las editoriales?

En el caso de los libros el paso del soporte papel al electrónico está siendo lento y aun así­ nadie parecí­a preparado para ello. La consecuencia es que el catálogo en castellano es escaso, muchos editores muestran reticencias, los escritores siguen apostando por el papel y existe alarma ante los efectos de la piraterí­a sobre el negocio.

¿Es suficiente la oferta electrónica de tí­tulos?

Dicen los creadores de contenidos que la oferta electrónica ya es amplia; sin embargo entre los usuarios impera la idea contraria.

¿Serán los precios demasiado elevados?

La intención de los editores españoles es equiparar los libros electrónicos a los impresos rebajando del 16% al 4% su tributación. Sin embargo  la normativa europea impide aplicar reducciones fiscales a los libros electrónicos porque a este tipo de transacciones se las considera comercio electrónico.

El tema de los precios es un punto clave. Se calcula que un libro electrónico costará un 20 o un 30% menos que un libro normal (un ejemplar de unos 25€ pasarí­a a costar en formato electrónico unos 18-20 €). No es una rebaja muy significativa, aunque las opiniones sobre esto seguro que difieren según unos u otros interesados.

¿El sector del libro vivirá de lo que estén dispuestos a pagar sus lectores o tendrá que depender de otras fuentes de ingresos?

En virtud de que ocurra una cosa u otra podrá mantenerse la independencia editorial o bien se tenderá hacia la concentración empresarial.

¿Cuánto pagarí­a una editorial a un autor si existe un futuro donde es posible comprar directamente el ebook al escritor entrando en su web, sin más intermediarios?

Un detalle importante en tanto a partir de ahora el reparto de beneficios se altera considerablemente.

Riesgos

1. Todaví­a el marco jurí­dico no está fijado. Habrá un tiempo de avances y de retrocesos.

2. Trabajar con productos y formatos cerrados podrí­a ser un camino equivocado; poner demasiadas trabas tal vez no sea buena idea (basta pensar en los errores cometidos por otras industrias del entretenimiento). Existen páginas web que ofrecen catálogo de libros gratis sin derechos de autor y son cuantiosos y asequibles tanto los recursos como las herramientas para encontrar y descargar contenidos muy diversos.

3. La distribución de información tiene ahora un coste muy inferior al tradicional y una propagación muy rápida. Claramente el libro electrónico es una máquina de eliminar intermediarios, por lo que van a quedar fuera algunos de los actores habituales en el proceso.

4. Es corriente entre las editoriales la sensación de sobresalto ante el avance del nuevo soporte digital. La transformación que presumiblemente se producirá sobre el modelo de negocio genera un temor evidente a quedarse fuera. Por eso es fundamental que las editoriales consigan desprenderse de miedos y prejuicios y que se sientan seguras adentrándose en este nuevo mercado.

Por ahora hay que cuidar la cadena tradicional, pero el modelo al que nos encaminamos será diferente. Todo parece indicar que la tendencia es negociar al alta los derechos de los autores.

Personalmente no tengo interés alguno en disponer de 230.000 tí­tulos de libros, que es por ejemplo el catálogo on line de Amazon. Sin embargo en la situación actual a la que hemos llegado es muy común la práctica de acumular miles de ficheros en nuestro ordenador, sean pelí­culas, fotografí­as o mp3, bajo el sí­ndrome imperante de usar-y-tirar. Lamentablemente el consumo es así­ de acelerado y también hemos de contar con eso.

Un libro siempre ha sido no sólo un ví­nculo cultural de primer orden, sino también un objeto familiar cómodo y práctico, capaz de transmitir sensaciones que no son posibles en digital, al menos por el momento. Por encima de todo es un formato bien hecho ¿por qué abandonarlo? Es muy desagradable pensar en la desaparición del libro de papel; serí­a por el contrario una excelente idea la convivencia pací­fica entre papel y digital.

A los que nos gusta la lectura seguimos prefiriendo un buen libro de papel disfrutado en la intimidad, un placer verdaderamente valioso. Pero eso no significa que no se pueda efectuar de otro modo. De hecho quienes se han acostumbrado a leer sobre eReader no están en general arrepentidos con la nueva experiencia.

Ante una pantalla el ritmo de lectura es otro, más rápido y de una concentración menor. De acuerdo, pero este argumento no vale de nada si hablamos de «nativos digitales», las últimas generaciones de personas que han nacido completamente rodeadas por un entorno digital. Niños y jóvenes para los que el mundo es un terreno de juego, la Red un elemento socializador y la tecnologí­a, su casa.

No obstante- y ésta es la conclusión más importante- el mercado de los libros electrónicos no puede ni debe avanzar sin el concurso de las editoriales, de las que se requiere su experiencia y buen hacer, y su compromiso por mantener el legado cultural con unos patrones de calidad que de otro modo podrí­an peligrar.

Fuentes y más información: 20minutos | Diario Público | El Paí­s

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