Paradojas

La paradoja es lógica pura, aunque parezca paradójico.

Cuando de algo no podemos con seguridad afirmar si es verdadero o falso -porque es ambas cosas a la vez-, entonces probablemente estemos ante una paradoja. De ahí­ que resulte siempre chocante y muchas veces esclarecedor.

Los siguientes ejemplos están tomados de el pensador y escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Paradojas

– Según los evangelios, Cristo nació cuando Herodes era rey. Como Herodes murió 4 años antes de la era cristiana, Cristo nació por lo menos 4 años antes de Cristo.

– La mitad de los brasileños es pobre o muy pobre pero este país es el segundo mercado mundial de las plumas Montblanc y noveno comprador de Ferraris y las tiendas Armani de Sao Paulo venden más que las de Nueva York.

– El pavo y el maí­z nacieron en América y no en Turquí­a, pero la lengua inglesa llama «turkey» al pavo y la lengua italiana llama «granturco» al maí­z.

– El Banco Mundial elogia la privatización de la salud pública en Zambia: «Es un modelo para el Africa. Ya no hay colas en los hospitales». El diario The Zambian Post completa la idea: «Ya no hay colas en los hospitales, porque la gente se muere en la casa».

– Hace cuatro años, el periodista Richard Swift llegó a los campos del oeste de Ghana, donde se produce cacao barato para Suiza. En la mochila el periodista llevaba unas barras de chocolate. Los cultivadores de cacao nunca habí­an probado el chocolate. Les encantó.

– Los paí­ses ricos, que subsidian su agricultura a un ritmo de mil millones de dólares por dí­a, prohí­ben los subsidios a la agricultura en los paí­ses pobres. Cosecha récord a orillas del rí­o Mississippi: el algodón estadunidense inunda el mercado mundial y derrumba el precio. Cosecha récord a orillas del rí­o Ní­ger: el algodón africano paga tan poco que ni vale la pena recogerlo.

– Las vacas del norte ganan el doble que los campesinos del sur. Los subsidios que recibe cada vaca en Europa y en Estados Unidos duplican la cantidad de dinero que en promedio gana, por un año entero de trabajo, cada granjero de los paí­ses pobres.

Carlomagno, creador de la primera gran biblioteca de Europa, era analfabeto.

Joshua Slocum, el primer hombre que dio la vuelta al mundo navegando en solitario, no sabí­a nadar.

– El progreso infla. Rarotonga es la más próspera de las islas Cook, en el Pací­fico sur, con asombrosos í­ndices de crecimiento económico. Pero más asombroso es el crecimiento de la obesidad entre sus hombres jóvenes. Hace 40 años eran gordos 11 de cada 100. Ahora, son gordos todos.

– Desde que China se abrió a esta cosa que llaman «economí­a de mercado», el menú tradicional de arroz con verduras ha sido velozmente desplazado por las hamburguesas. El gobierno chino no ha tenido más remedio que declarar la guerra contra la obesidad, convertida en epidemia nacional.

– Donde más progreso, más horas trabaja la gente. La enfermedad por exceso de trabajo conduce a la muerte. En japonés se llama karoshi. Ahora los japoneses están incorporando otra palabra al diccionario de la civilización tecnológica: karojsatsu es el nombre de los suicidios por hiperactividad, cada vez más frecuentes.

– En mayo de 1998 Francia redujo la semana laboral de 39 a 35 horas. Esa ley no sólo resultó eficaz contra la desocupación sino que además dio un ejemplo de rara cordura en este mundo que ha perdido un tornillo, o varios, o todos. ¿Para qué sirven las máquinas, si no reducen el tiempo humano de trabajo? Pero los socialistas perdieron las elecciones y Francia retornó a la anormal normalidad de nuestro tiempo.

– En unos cuantos hospitales de Estados Unidos los robots cumplen tareas de enfermerí­a. Según el diario The Washington Post, los robots trabajan 24 horas por dí­a, pero no pueden tomar decisiones porque carecen de sentido común. Un involuntario retrato del obrero ejemplar en el mundo que viene.

– La cruz esvástica, que los nazis identificaron con la guerra y la muerte, habí­a sido un sí­mbolo de la vida en Mesopotamia, la India y América.

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