Los nuevos Zeppelines
En 1939 el zeppelin LZ 129 Hindenburg sufrió un accidente en Nueva Jersey en el que murieron 36 de los 97 personas a bordo. Fue provocado por una chispa de electricidad estática que prendió fuego en la cubierta de algodón, incendiando las bolsas de hidrógeno que le permitían elevarse en el aire y consumiéndose a 150 metros de altura en apenas 40 segundos.
Este suceso significó el final de los zeppelines, que en aquel momento eran una solución de transporte mejor que los aviones, alcanzado los 135 km/h con casi un centenar de pasajeros. El Hindenburg, casi tan grande como el Titanic, era el orgullo del poder nazi.
Ahora, 80 años después, el prestigioso estudio londinense de diseño Seymour Powell ha retomado la vieja idea. Intentaban reinventar el transporte, pensando en personas para las que el tiempo no es un problema, con la máxima de que en el futuro el verdadero lujo será el tiempo y convirtiendo los viajes en una experiencia relajada y gratificante. El resultado es un «edificio que puede volar».
Samsung se interesó por el proyecto e inyectó el dinero suficiente para comenzar a desarrollarlo. El resultado daría un primer prototipo en el año 2015 que anticipa lo que podría ser el futuro. Por cierto el nombre «edificio de transporte» es Raemian Aircruise (Raemian es la marca de los apartamentos construidos por Samsung en Corea).
La estructura es mucho más avanzada tecnológicamente que los dirigibles originales, con un diseño más vertical que horizontal. Por supuesto la ligereza es un factor fundamental para un medio de transporte que se eleva sin recurrir a medios mecánicos.
Se trata de una estructura semi-rígida con ocho entramados que soportan cuatro contenedores. Dentro de ellos hay bolsas auto-sellantes con gas hidrógeno, con una capacidad de 330.000 metros cúbicos. Esto minimiza el riesgo en caso de accidente. La energía se obtiene con células PEM (Polymer Electrolyte Membrane), igual que los coches de hidrógeno. El resto se puede obtener por energía solar gracias a los paneles solares fotovoltaicos que cubren la superficie.
Más datos: 265 metros de altura total, volumen de 330.000 metros cúbicos (que proporcionan una fuerza de levantamiento de casi 400 toneladas), peso estructural de 270 toneladas (lo mismo que un Airbus A380), 20 toneladas en consumibles (agua, lastre, etc), hasta 100 personas a bordo (otras 20 toneladas) y 60 toneladas de hotel y apartamentos. Esto es un peso total de 370 toneladas.
La diferencia entre la fuerza de sustentación del hidrógeno y el peso total, es lo que permite que esta gran estructura pueda flotar en el aire. Puede volar hasta a 3.500 metros de altura a una velocidad de crucero es de entre 100 y 150 km/h, por lo que un viaje de Londres a Nueva York llevaría 37 horas e ir de Los Angeles a Shanghai serían casi cuatro días.
Dispone de un ático, cuatro duplex y cinco apartamentos, aparte del hotel, el bar y las zonas comunes. En la parte de abajo el suelo es de cristal y no me quiero imaginar la sensación cuando se está a más de 3.000 metros de altura. Los planes originales incluyen una tripulación de sólo 6 personas, que trabajarán a turnos, y 14 ayudantes.
Por último, decir que necesita de una estructura especial de aterrizaje, en la cual puede atracar. Todo esto puede apreciarse muy bien en el siguiente vídeo: