Ecos y acordes en la encrucijada musical de 1975-1985
Puesto que durante los años que van de 1975 a 1985 pasé de niño a jovenzuelo, perdura en mi un sesgo que desde entonces me acompañó en cuanto a la música, esa bendita obra de la creación humana con la que experimentamos la plenitud del amor y su pérdida, la melancolía, la euforia o la serenidad, a veces por separado, a veces en un torbellino único que nos confunde y conmueve.
La música siempre está ahí como el eco eterno del alma humana que es, y aquel tiempo fue mi momento de iniciación a ella, el punto de partida por el que sin duda estaré siempre condicionado. Sin embargo también pienso que podría conseguir adeptos en cuanto a la idea de que pudo ser uno de los períodos más interesantes de la historia del pop y del rock. Sin negar la tutoría de etapas anteriores, si analizamos la época de la que hablo, el rock ‘n roll se comportó como un extraordinario caleidoscopio de paisajes sonoros, influencias y experimentación.
Se había presentado una encrucijada apasionante. Aunque el rock continuaba dominando, en pocos años nació y murió el punk y subgéneros como la electrónica y la new wave dibujaron un panorama nuevo denominado post-punk, en realidad marcado por una gran variedad de estilos que rápidamente ganaban seguidores y acabarían dejando huella.
Tuvimos a la vez rock puro, progresivo, heavy metal, punk, country, hip-hop, electrónica y tecno, además del género disco y los sonidos Motown. Y superbandas que congregaban multitudes en los estadios. Y cantautores sentados en un taburete. Y coplas raciales de la casa. Y baladistas con bigote que cantaban despechugados… Todo revuelto y al mismo tiempo, tú elegías qué seguir.
La edad dorada de la radio FM, la popularidad del radio cassette y del walkman, el triunfo del videoclip (que conquistó con la fuerza de sus imágenes) junto con la proliferación de los conciertos en vivo, proporcionaron más oportunidades que nunca para que las bandas emergentes fueran promocionadas prácticamente de un día para otro.
La música pasó de tocarse en instrumentos orgánicos a hacerse con sintetizadores. Se realizaron en los estudios producciones más complejas que ensancharon un campo de pruebas al que se rindieron incluso rockeros de la vieja escuela. Casi todos probaron las nuevas tecnologías sonoras, no siempre con acierto.
El Synth-pop o tecno-pop cobró protagonismo a partir de finales de la década de 1970 bajo el reinado del sintetizador junto a cajas de ritmos y secuenciadores. Los jóvenes artistas vivieron el encuentro repentino con una forma de fabricar sonidos completamente nueva que concedía una sensación de «futurismo».
Hubo muchas vertientes. Kraftwerk se situaron entre las primeras bandas en usar el Minimoog para crear su sonido electrónico característico (en 1974 Kraftwerk ya sonaban a «futuro»). Pink Floyd recurrieron a él en partes de Shine on You Crazy Diamond (1975) y poco después marcó el estilo de Gary Numan, pionero del synth-pop británico.
Antes de 1980 investigaba con los sonidos innovadores Giorgio Moroder, responsable del I Feel Love de Donna Summer (1977) y que luego se puso a desarrollar el subgénero Italo Disco, mientras que Vangelis con su Yamaha CS-80 daba posibilidades cinematográficas y épicas al sintetizador. Sería después el arma secreta tras la banda sonora de Blade Runner y de Carros de fuego. También a Stevie Wonder le gustaba especialmente este modelo.
MiniMoog, uno de los primeros sintetizadores analógicos asequibles de producción en masa.
Estaban además las cajas de ritmos Roland y sintetizadores tempranos como el ARP Odyssey, ya utilizado por Beach Boys en 1973, por Jean-Michel Jarre en su álbum Oxygène (1976) y más tarde por los norteamericanos Devo. Incluso «Gimme Gimme Gimme«, el éxito de ABBA de 1979, se tocó en el Odyssey, que además fue el sintetizador favorito de Ultravox.
El Prophet-5 sería el primer sintetizador analógico programable que salió al mercado a un precio asequible y gozaría de una popularidad enorme: The Cars, Talking Heads, OMD, Thomas Dolby, The Human League, Duran Duran, Depeche Mode… aunque para ser precisos todos ellos hicieron uso de distintos modelos de sintetizador, incluso en una misma producción de estudio.
Un momento especial se produjo cuando en el invierno de 1981-1982 bandas como OMD, Ultravox, Soft Cell, Depeche Mode, The Human League, Yazoo e incluso Kraftwerk, convivieron simultáneamente en el top ten de Reino Unido. Poco más tarde se unirían Tears for Fears, ABC, Duran Duran, Spandau Ballet y un largo etcétera.
Unos pusieron el foco en los nuevos hallazgos que ofrecía la electrónica digital, otros persiguieron la melodía definitiva que los condujese a la cumbre del éxito a través de las emisiones de MTV.
El uso y abuso de un techno superficial prefabricado alejó el temperamento exploratorio y auténtico de la primera época provocando una homogeneización del sonido que le restó valor. El género acabaría desgastándose en unos años.
Poco antes de que el tecno se aliara con el soul, el funk y el dance (muchas veces de manera tontuna según mi gusto personal), hubo un período mágico en el que habían asomado junto a bandas como las que hemos mencionado otras efímeras y de escaso reconocimiento que hicieron sonar vibrantes combinaciones de voces y sintetizador, sin mucho más artificio. No fueron pioneros y en absoluto alcanzaron la fama, sin embargo algunas de aquellas sintonías brincan todavía por mi cabeza haciéndome sonreír.
Gary Numan
Una parte de mis primeros héroes los encontré en la escena del synth pop y la new wave. Me atrapaban particularmente las armonías emocionales y brillantes e intentando escapar de fórmulas machaconas que monopolizaban las ondas, escuchaba con devoción a muchas bandas diferentes.
Unas tuvieron una proyección importante: The Cars, Depeche Mode, Human League… otras como Landscape, Berlin, The Fixx, A Flock Of Seagulls, Icehouse, The Blue Nile, Propaganda o The Buggles, en menor medida. Finalmente, unos cuantas se esfumaron tan deprisa que no dio tiempo a tomarles la matrícula, simplemente quedó el registro en mente y muchos años más tarde fue necesario indagar a fondo para recuperar sus nombres o sus caras.
Canciones que descubrías de improviso, te cautivaban y daba la impresión de que nadie más se había percatado. Se desvanecieron pronto, permaneciendo sepultadas en la ratonera del tiempo.
Dentro de estas últimas quiero rescatar un par de temas que pueden considerarse pequeñas joyas, dentro de una categoría que los anglosajones denominan «rare hits» y en otras ocasiones «obscure New Wave.» Para descubrirlas no queda otra que rebuscar entre recopilaciones no comerciales, listas que elaboran en Youtube a título particular nostálgicos como yo. Queda entendido que hoy son rarezas y en cuanto a lo de «oscuras», pues sí, son temas fugaces que lamentablemente no muchos recuerdan.
Escape With Romeo, B-Movie, A Split Second, Peter Schilling, Modern English, Haircut 100, After the Fire o Johnn Foxx (por citar algunos), no resultan muy conocidos a pesar de algún one hit wonder. También digo una cosa, las gemas ocultas son fantásticas porque al ser halladas se saborean más y mejor.
Hoy estos son mis dos «rare hits» a modo de rescate sentimental:
The Press Club: I’m Watching You
The Press Club fue una banda de Lancaster (Pensilvania) que encontró su pequeño núcleo de público devoto durante los años 80 y parte de los 90 moviéndose por el circuito de clubes de la costa Este.
Formados por el guitarrista y cantante Mark McCollom, el teclista y cantante Mark Zeswitz, el guitarrista y cantante Rob Emery, el baterista Michael Long y el bajista John Leister, publicaron en 1985 el EP It’s No Game y un larga duración en 1992, Truth & Lies.
The Press Club
De este último trabajo no encuentro ningún tema en Youtube y del EP tan sólo tres canciones. En Spotify The Press Club ni siquiera existen, si bien una página de Facebook demuestra que en la actualidad continúan con actuaciones en vivo por su zona.
La excepción es I’m Watching You, un temazo que bien pudo haber sido un éxito y en cambio ni Shazam logra reconocerlo. Simplemente juvenil y estimulante, presenta un acorde arrollador a cargo del tipo de sintetizador de la época que tanto nos gustaba. Música reluciente en una joya recuperada de las profundidades. No puedo dejar de escucharla.
¡Ack-Ack!: Another Face
La segunda: Another Face, de ¡Ack-Ack!, originarios de Champaign (Illinois) y que tocaron regularmente por clubes locales (no confundir con Ack Ack, banda londinense de 1977).
En realidad ¡Ack-Ack! parece más un experimento artístico de composición con otras formaciones de la zona. Ellos publicaron solo dos singles y contribuyeron a un par de recopilaciones en casete para el sello independiente Office Records. La formación clásica estuvo constituida por Steve Shields (voz), Lynn Canfield (teclados), Henry Frayne (guitarra), Joe Strell (bajo) y Brendan Gamble (batería).
Imagen de ¡Ack-Ack!
Another Face data igualmente del año 1985 y de nuevo con una melodía cautivadora muy acertada que no me resisto a volver a escuchar siempre pese a los años transcurridos.