The Reivers: Star Telegram y Araby
Durante las décadas de 1980 y 1990 las emisoras de radio establecidas en los campus de Estados Unidos y Canadá fueron la cuna del denominado College Rock.
No es un género como tal, sino estilos diferentes con un denominador común: a menudo la elección de las playlist corría a cargo de los propios estudiantes, quienes una cosa tenían muy clara: alejarse de lo convencional, de las corrientes propias de la radio comercial. De ahí el carácter rabiosamente fresco e independiente que respiraban estas emisiones.
En las radios universitarias, a menudo con señales potentes y gran alcance, podía escucharse música retro, vanguardia electrónica o power pop junto a temas grabados por bandas locales desconocidas. El rock universitario (que años después comenzó a llamarse «rock alternativo») no se caracterizó particularmente por su vanguardismo ni por ser abrasivo como el punk-hardcore. Aquellas bandas combinaban la experimentación del post-punk y la new wave con un estilo de pop-rock más melódico. Esto por generalizar, pues en realidad hubo un alto grado de diversidad de propuestas y bandas.
Los orígenes del College rock pueden rastrearse en ciudades como Athens (Georgia), la patria chica de R.E.M. y The B-52’s aunque hay que incluir una amplia gama de escenas regionales: Minneapolis (de donde procedían The Replacements y Hüsker Dü), Austin o Boston, la casa de los Pixies.
El género también llegó a bandas alternativas británicas como The Smiths, The Cure y The La’s y australianas como Hoodoo Gurus y Midnight Oil. Todos ellos obtuvieron difusión en las estaciones de radio universitarias norteamericanas.
Los trabajos tempranos de R.E.M. y de los Smiths allanaron el camino para que se animase un buen número de grupos de distinto signo, desde el post-hardcore de Hüsker Dü y Replacements, al pop británico de XTC, la exaltación de Pixies, los ritmos traviesos de Violent Femmes o la animación contagiosa de B’52.
Los mencionados grupos pasaron a tener una carrera más o menos exitosa en la industria musical, si bien por el camino quedaron otros muchos que durante un período breve de tiempo habían sido los favoritos de los campus. La propia sustancia de estos núcleos musicales hizo que buena parte de ellos resultasen efímeros.
De todas formas en la década de 1990 el rock universitario había sido superado por el grunge y el indie rock en la esfera alternativa. Algunas de aquellas emisoras comenzaron a parecerse demasiado a las emisiones comerciales, otras quedaron atrapadas en el gueto de la radio universitaria.
En cuanto a la ciudad de Austin, muchos pensaron que The Reivers llegarían a ser enormes: una voz masculina y otra femenina en perfecta sintonía, canciones redondas y un sello importante de respaldo (Capitol). Por desgracia no lo consiguieron y realmente no creo que nadie sepa bien por qué.
The Reivers se formaron inicialmente en 1984 como Zeitgeist, algo que se vieron obligados a cambiar poco antes de lanzar su segundo álbum en 1987 porque otros ya habían registrado el nombre. Entonces escogieron The Reivers («Los Rateros»), título de una novela de William Faulkner.
Publicaron entre 1985 y 1991 cuatro álbumes magníficos: Translate Slowly (1985), Saturday (1987), End of the Day (1989) y Pop Beloved (1991). Todos ellos recibieron difusión universitaria, buenos elogios de la crítica y muy escaso reconocimiento comercial.
No había muchas pretensiones en el sonido y actuaciones de The Reivers pero sí una química que impregnó sus canciones, haciendo notar que disfrutaban lo que estaban haciendo como banda. Con el impulso de las atractivas voces entrelazadas de John Croslin y Kim Longacre y en medio de un remolino contagioso de guitarras, nos legaron algunas melodías memorables que parecen brotar sin esfuerzo. Como músicos, The Reivers poseían distintos parabienes: creatividad, ritmo y alma. No son cualidades que abunden, así que vale la pena descubrirlos.
Cuando se disolvieron en 1991 el vocalista y compositor John Croslin se marchó a trabajar como productor e ingeniero de grabaciones para otras bandas, algo que ya venía haciendo y The Reivers quedó como una de esas bandas perdidas en la inmensidad de Estados Unidos.
Tan brillantes como desatendidos, el cuarteto de Austin todavía conserva muchos seguidores nostálgicos desperdigados por el mundo. Si bien el catálogo de la banda fue durante mucho tiempo casi imposible de encontrar y además estuvieron ausentes de los medios de streaming, tenemos la fortuna de que sus trabajos figuran al fin en Spotify, así que adelante.
Aún a riesgo de simplificar demasiado y dejando en el tintero temas tan interesantes como Breathin Easy, Things Don’t Change, In Your Eyes o Ragamuffin Man, hoy destacaré otras dos canciones de los Reivers, ambas muy buenas.
Por un lado, teñida de una melancolía envolvente y soñadora, Star Telegram (End of the Day, 1989); por otro Araby (Translate Slowly, 1985), composición rápida y radiante que aparece en la emotiva banda sonora de Las ventajas de ser un marginado (The Perks of Being a Wallflower, 2012), encajando perfectamente en esa crónica sentimental de adolescentes con problemas de adaptación y heridas emocionales que ya parece haberse convertido en un referente juvenil.
The Reivers: Star Telegram
The Reivers: Araby