Reproches bellacos
Malgasté innumerables horas intentando entablar conversación conmigo mismo. Me refiero a construir algún tipo de diálogo con resultados, algo que enriquezca eso fatalmente llamado «vida interior».
Y hasta el momento puede afirmarse sin temor a la equivocación que las negociaciones han resultado un fracaso rotundo. Los conceptos circulan confusos, las sensaciones quedan irregulares, informes, y lo más fastidioso es asistir a una escena esperpéntica donde no dejan de volar reproches entre uno y otro yo. Un día se han de matar estos bellacos.