Moleskine, legendario cuaderno de notas
Existen objetos que proporcionan algún tipo de pequeño placer sólo con poseerlos. Pasar los dedos, mirar, voltearlos… Pues bien, este es uno de ellos.
El nombre Moleskine responde al conocido cuaderno de notas con tapa dura de piel y goma elástica para mantenerlo cerrado y llevarlo a todas partes. En principio sólo eso, nada más, pero al decir Moleskine pensaremos en de algo más, ya estos clásicos y elegantes cuadernos de tapa negra son parte de la historia.
Su conjunto de hojas de ligero tono amarillento permite anotar recordatorios, pensamientos o versos sueltos, recetas, fórmulas, dibujos o garabatos… exactamente igual que cualquier otra libreta. Sin embargo con una Moleskine su propietario siempre parece establecer un vínculo especial.
La Moleskine presume de ser el apéndice natural para cierto tipo de personajes vinculados a la creación artística o a la aventura de viajar: pintores, científicos, exploradores, diseñadores, reporteros… En mayor o menor medida esa ha sido su seña de identidad y con esa leyenda se vende todavía, en una era tecnológica que parece no haberla relegado (como tantos complementos antiguos) al olvido.
Se dice que fue utilizada por ejemplo por Van Gogh, Picasso, Hemingway o Matisse entre otros muchos, aunque sería el novelista de viajes Bruce Chatwin (1940-1989) su más claro impulsor.
Batwin los utilizó a menudo en sus numerosos viajes por todo el planeta. Los compraba en París pero en 1986 moría el último dueño de la distribución de estas libretas.
Modo & Modo, una pequeña editorial milanesa, trajo de nuevo a la vida el cuaderno original en 1997 fundando la marca Moleskine Srl que adquirió los derechos mundiales para la marca en 2007.
Aunque muchos creadores e intelectuales han utilizado algún tipo de cuaderno de notas de bolsillo, no queda del todo claro si la Moleskine moderna es exactamente igual a la antigua, envuelta en ese círculo romántico de las anotaciones trascendentes. En cualquier caso hay toda una legión de seguidores fetichistas de este objeto a lo largo y ancho del mundo. ¡Trastornados! … Y hasta yo, que también tengo una.
El fabricante mantiene una seña de identidad común, la cubierta exterior con goma, y a partir de ahí ha diversificado producto. Así tenemos cuadernos de diferentes formatos y tipos de hoja (blanca, cuadriculada), agendas y guías urbanas (city notebook) de las principales ciudades con información básica para el viajero y huecos para notas o dibujos.
Encontraremos en Internet un comunidad numerosa de enamorados de su Moleskine que suben sus creaciones a blogs propios o a sitios como Flickr. Incluso hay un espacio para eso en la página del fabricante.
Algunos buenos ejemplos ilustrarán mucho mejor lo que yo pueda decir:
Beautiful Examples of Moleskine Art
Moleskine explota la imagen del viajero romántico y eso se paga con un precio superior a un cuaderno de notas común (a partir de 10-12€).
Bruce Chatwin recomendaba numerar cada página para que sirviera como futura guía de referencia y los puristas sugieren no utilizar sobre una Moleskine otra cosa que no sea un lápiz, rotulador o bolígrafo de punta fina (máximo de 0.7 mm.).
Me consta que también queda perfecto dibujar con acuarela y mi recomendación es que, una vez superado el momento inicial de miedo a «mancharla», hagas lo que quieras, lo que te pida tu cuerpo aventurero y artístico.
El continente no lo es todo; la genialidad no se compra. Pero tampoco estás obligado a rellenar una Moleskine con frases lapidarias y bellos bocetos a lápiz. Haz lo que puedas y disfruta.