Un intruso con cámara en mano
Se supone que casi cada metro cuadrado del mundo ya ha sido explorado y trazado pero acaso los lugares cotidianos que nos rodean en las ciudades donde vivimos sean algunos casi por redescubrir.
Siempre lo he pensado así. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con atravesar los túneles subterráneos habitualmente vedados al público, encaramarse a la cornisa de los tejados y ver de cerca las estatuas, subir a la terraza de un rascacielos o a lo alto de una grúa o colarse en instalaciones abandonadas y grandes edificios clausurados?
Todo el mundo siente además el deseo de atravesar esas barreras de «acceso restringido» tan numerosas, sobre todo teniendo en cuenta la creciente seguridad aplicada a espacios y lugares públicos o privados. Es algo que no haremos por respeto a la propiedad y por supuesto por cautela, pero también por el pánico ante la perspectiva de una sanción desmesurada.
Investigador de la Escuela de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford, Bradley Garrett es un fotógrafo que ha pasado los últimos 5 años explorando partes ocultas u olvidadas de distintas ciudades en todo el mundo.
De manera más o menos furtiva ha penetrado en alcantarillas y túneles de metro y subido a rascacielos y grandes puentes para captar esa imagen imposible que nos transmite distintas emociones: abandono, vértigo, majestuosidad, vacío, ruina…
Es alguien dispuesto a bucear a través de las lagunas en el sistema, reclamando el espacio urbano como un lugar para la aventura. Para él, según dice, meterse en estos lugares es como «hackear la ciudad».
Garrett aboga por que los exploradores urbanos no dañen la propiedad ni destrocen nada. Quiere que simplemente se cuelen, tomen una buena instantánea y se marchen sin dejar rastro. Es a la vez una celebración y una protesta.
Puede verse una recopilación de impresionantes imágenes en su libro Explore Everything: Place-Hacking The City en The Atlantic.
Vía | Fogonazos