Clases de cinismo
Supuestamente, el siguiente es un extracto de la conversación entre el ministro de finanzas Colbert y el cardenal Mazarino en la Francia de Luis XIV, aunque dicen que es en realidad un diálogo perteneciente a «Le diable rouge», pieza teatral que un tal Antoine Rault escribió en 2008.
«Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres. Son todos aquéllos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a ésos a los que debemos gravar con más impuestos. Esos, cuanto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos. Son una reserva inagotable».
Releyendo algo tan antiguo y sin embargo tan rabiosamente actual al mismo tiempo, he dado con otra pequeña historia en la misma línea que también invita a meditar un poco acerca de cómo nuestros queridísimos gobernantes reparten las cartas en lo que a las cuentas públicas se refiere.
Conversación de César con su tesorero general
Un día, el tesorero general del imperio romano dijo a Cesar:
– Cesar, no queda dinero, el tesoro está vacío ¿Qué hacer?
Cesar respondió con calma:
– No hay problema, sube los impuestos.
Al día siguiente el tesorero, sin aliento, se presenta de nuevo ante el Cesar:
– Cesar, ¡la gente llora! ¿Qué hacer?
– No hay problema, sube aún más los impuestos, respondió el emperador.
El tesorero ejecuta la orden pero al día siguiente:
– César, ¡la gente se tira de los pelos, se suicidan! ¿Qué vamos a hacer?
– No te preocupes, vuelve a subir los impuestos y además las tasas.
– Pero, eso es imposible, ¡sería muy peligroso!
– No tengas miedo y hazlo.
Y el tesorero lo hizo. Dos días después el tesorero, feliz, anuncia a César:
– César, ¡eres un genio! La gente ya no llora, ríe, y todo el mundo paga sus impuestos sin quejarse.
Entonces César dijo al tesorero:
– ¡Ahora es cuando resulta peligroso! Anula todos las tasas e impuestos de inmediato.